fe adulta
Los que escribimos con cierta asiduidad nos gusta leer por lo general asiduamente. Y de entre las lecturas que frecuento, suelo picotear en otros blogs y en publicaciones varias las reflexiones de gentes que buscan y experimentan en los acontecimientos de la vida. Me hacen mucho bien y aportan reflexiones estimulantes. En esta ocasión, voy a hacer de altavoz de una reflexión encontrada en un blog de la editorial Monte Carmelo, que me parece muy recomendable. La autora del blog es Cristina Martínez Segura y la reflexión que comparto la ha titulado Vivir desde y con la confianza en el Señor. Se publicó en febrero de 2020 aunque me he topado con ella esta semana dejándome una especial sensibilidad que quiero compartir aquí por si algunas personas más sienten la hondura gozosa que me ha transmitido dicha reflexión. Así es que hago mío dicho texto del que recojo casi tal cual, agradecido a esta abogada valenciana su catequesis tan necesaria y actual “sobre la confianza que Cristo nos pide para nuestro camino espiritual”.
Esa confianza para ser testigos suyos, para hacer su voluntad sin miedo, sin acomodarnos, sin paralizarnos o aplazar lo que quiere de nosotros. Leí no hace mucho una frase del teólogo Hans Urs Von Balthasar que me impactó y me ayudó mucho a comprender cómo debe ser nuestra confianza en Cristo, nuestra vida y camino espiritual: “…pero no fue la Teología ni el sacerdocio, lo que me entró por los ojos, sino simplemente esto: no tienes nada que elegir, has sido elegido; no necesitas nada, se te necesita; no tienes que hacer planes, eres una piedrecita en un mosaico ya existente…”
Me pareció maravilloso este pensamiento. Es el abandono total en la confianza en Cristo. Como cristianos es nuestro signo de identidad. Y así podemos acoger lo que nos dice en la parábola del sembrador: (…) Aceptar la palabra, ser tierra buena, es ser ya elegidos. Y solo tenemos que dejarnos hacer por el Señor, con docilidad, y con total abandono dejar que siembre y poco a poco dar fruto. ¿Es fácil? Evidentemente no, nos cuesta mucho porque nos hemos llenado de ataduras, de seguridades que no vienen del Señor.
Pero leyendo la Biblia vemos que está lleno de pasajes, alusiones a la confianza en Dios. Confianza ante la enfermedad, ante las circunstancias que se nos presentan, ante lo que nos pide. Pero nuestra razón nos puede muchas veces y olvidamos esto: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla“. (1Co 10, 12-13). Se nos habla de tentaciones, y de soportar esas tentaciones. Estas, muchas veces vienen desde nuestras debilidades o desde el dolor. Y todo sufrimiento lo trae la vida, las circunstancias, no el Señor. No olvidemos que nos ama, y que sufre a nuestro lado. En estas situaciones, Cristo nos está sujetando, abrazando y acompañando. Y la tentación es creer que no podemos con ello, que estamos solos y el Señor lo que nos da es la fortaleza para no quedarnos caídos. Nos da su fuerza para resistir, para seguir alabando y dando gracias porque no nos abandona nunca. “Te basta mi gracia; mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad».” (2Co, 12,9). Y es que no podemos nada por nosotros mismos pero lo podemos todo con Él.
¿Somos cristianos? ¿Somos seguidores de Cristo? Pues entonces vayamos con las manos vacías y Él nos guiará como se nos dice en Mc 6, 7-13. En nuestra vida, pasamos por muchas etapas y mientras vivimos cada etapa, no dejemos que las tentaciones nos venzan, que nuestra confianza esté en Cristo. Como he dicho antes, el Señor siempre camina a nuestro lado por eso vivamos con la confianza puesta en el Señor cada momento hasta que finalice esa etapa o esa situación en la que nos encontramos. Y empecemos cada día sin estancarnos en lo vivido, sin quedarnos caídos en nuestros dolores y turbulencias sino con la esperanza y con la paz que Cristo nos regala porque nos sostiene.
Él nunca nos abandona aunque a veces nos cueste sentirlo a nuestro lado. Cristo nos da la fortaleza para permanecer, crecer y caminar siempre desde y con su amor. La tentación es sentirse solo y abandonado.
Hasta aquí la reflexión de Cristina Martínez Segura. Solo añadir que me siento invitado a releerla como una oración en confianza. Amén.
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