fe adulta
Los problemas son muchos. Las realidades difíciles son muy variadas. En la sociedad, en la política, en la economía, en la iglesia, en el mundo de las guerras… Y ante tanto problema y dificultad nos paramos a pensar qué hacemos. Podemos dedicar el tiempo a ver las dificultades, a lamentarnos, a comentar todo ello. Me gustó mucho cuando ayer nos decían en una charla que “lo importante era ocuparnos en resolverlos, no pasar la vida preocupados”; “estar ocupados, no preocupados”. En todo problema hay siempre algún escape de solución, alguna vía alternativa. Y lo importante será dedicar nuestro tiempo, nuestros esfuerzos entregados a resolverlo.
Por supuesto que necesitamos conocer, estudiar, planear la actuación. Pero no dediquemos el tiempo a darle vueltas. Entremos en la acción, tal y como la vemos.
Se trata de entregarnos en cuerpo y alma a trabajar en los caminos que veo posibles y mejores. Esto nos lo decía un presbítero de una república sudamericana: siempre hay posibles vías de actuación.
Son precisas las orientaciones, las cartas, los escritos, los manifiestos, las encíclicas. Pero hay que llegar a la práctica y arremeter con la realidad. Cuanto más nos impliquemos en la acción, mejor.
Siento que sobran discursos, palabras, escritos, manifiestos… y que hacen falta hechos, compromisos… Siento que en nuestra iglesia hay muchos pronunciamientos y que es hora de pasar a los hechos.
¿Qué ha pasado de cualquiera de las encíclicas, de los documentos eclesiales? Quizás salen demasiados pronunciamientos sin haber trabajado lo suficiente los anteriores y nos quedamos envueltos en un mar de escritos.
Hace 20 años trabajamos a fondo un sínodo en nuestra diócesis y salieron unas conclusiones estupendas, pero ahí se quedaron. Ahora hemos vuelto a realizar otro sínodo como preparación al Sínodo episcopal del 2023. Me da miedo que se queden las conclusiones en propuestas que ahí nacen y ahí mueren.
Si llegásemos a realizar en los hechos lo que decimos en las oraciones y cantos… Un camino cristiano que Jesús nos planteó: “hacer lo que decimos y creemos”. Ocupados más que preocupados.
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