Jaime Richart
Redes Cristianas
Con el título “El planeta en llamas” publica Axomalli Villanueva en “Rebelion” un
artículo sumamente ilustrativo del estado de cosas en el planeta…
“La NASA publicó un mapa en el que se muestran las altas temperaturas del aire en
gran parte del hemisferio oriental del 13 de julio. La ola de calor está afectando
gravemente diversas partes del mundo, principalmente a Europa, el norte de África, el
Medio Oriente y Asia; en donde las temperaturas han pasado los 40 grados Celsius en
varios lugares”.
“En el mapa hay un patrón evidente de una “onda atmosférica” con valores alternos
cálidos (más rojos) y fríos (más azules) en diferentes lugares, esta gran área de calor extremo es otro indicador claro de que las emisiones de gases de efecto invernadero, son las causantes de la crisis climática ocasionada por la actividad industrial capitalista”.
“Mientras los gobiernos culpan al clima, siguen aprobando medidas que aceleran el
calentamiento global. El retorno a combustibles fósiles contaminantes para alimentar la industria energética es una muestra de cómo en estas decisiones lo que prima no son las vidas de millones de trabajadores y sus familias, sino los intereses de las empresas y políticas de ajuste al gasto público que, por ejemplo, desfinancian programas de protección del medio ambiente o mitigación de siniestros”.
La pregunta que me hago en el título de este artículo no es de ahora. Hace muchos
años que me la vengo formulando. Por eso tengo tan poco aprecio por el progreso tal
como se entiende. No sólo no tengo aprecio por el progreso, es que la ausencia de ritmo, la nula capacidad del ser humano para su dosificación, y si se dosifica es
exclusivamente para convertirlo en más fuente de ganancias sin límite para personas
jurídicas sin cuento, me lleva a despreciarlo. A fin de cuentas el progreso atiende sólo a dos aspectos de la vida. Uno es el acortamiento de las distancias. Como si en la vida no fuese el tiempo lo que más le sobra al ser humano. Otro es contribuir a su máxima comodidad, y de ella a la holganza… Aún así, todo estaría muy bien si la producción de bienes y servicios no afectase al hábitat, a las fuentes de riqueza natural, a las condiciones medioambientales.
Pero como no es así, las decisiones políticas vinculadas a las decisiones de todo lo que significa “producción” y las decisiones empresariales de los gigantescos intereses de la producción misma son la causa de la causa de lo que se
nos viene encima.
El ser humano, en tanto que homo faber, concepto éste de hombre que se hace a sí
mismo, capaz de transformar la realidad circundante y de lograr, mediante su dominio
efectivo de dicha realidad, una cierta autosuficiencia, y el homo habilis el hombre hábil son el exponente de su inteligencia que le diferencia de las demás especies vivientes.
Pero está claro que ser capaz de cierta autosuficiencia, ser hábil, fabricar una serie inagotable de cachivaches que nos van a aplastar, o ir a la luna (si es que eso es así) no significa ser propiamente inteligente. Pues no podemos considerarlo así si al mismo tiempo no es capaz de conservar su hábitat ni de preservar su propia vida como especie.
¿Podemos considerar inteligente a quien se rodea de todo cuanto uno pueda imaginar
pero sitúa su hacienda en la ladera de una montaña sin tener en cuenta que llegará un
momento en que un corrimiento de tierras se llevará todo por delante? ¿Es inteligente
quien la ceguera de su ambición sin límites le conduce a caer por el abismo? ¿Lo es
quien, cargado de lingotes de oro atraviesa una ciénaga y en lugar de desprenderse de
los lingotes que le arrastran al fondo prefiere hundirse con ellos en la ciénaga? La
cantidad de acciones destructivas llevadas a cabo por los grandes emporios industriales, fabriles, químicos, tecnológicos, mineros, madereros, etc es imposible de contar yenumerar.
Sólo a medida que van saliendo a relucir en revistas especializadas y en la
prensa. Otras atrocidades se conocen pasado mucho tiempo. Pues bien, este es el
comportamiento del homo faber, del homo habilis, del homo fatal que representa a
quienes, después de la angustia que venimos sufriendo quienes nos venimos percatando
de ello hace mucho tiempo, están arrastrando ahora ya sin género de duda con ellos a la humanidad, a las inminentes tribulaciones bíblicas…
Me resulta imposible creer que los extraterrestres que, al parecer, merodean por nuestro planeta sean tan necios como los humanos que visitan…
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