Santi Torres
Nuestra posmodernidad, tan líquida y acelerada ella, tiene una relación extraña con el tiempo. Primero desconectamos el tiempo de los ciclos de la naturaleza y la vida, sobre todo a medida que esta vida entraba en un progresivo proceso de desnaturalización. Las estaciones ya no eran tan acentuadas porqué hacíamos lo posible por dejar de sentir el calor del verano o el frío del invierno, más allá de los límites razonables. Tampoco los ciclos de la vida tienen ya aquel carácter inexorable, al imponerse el ideal de una permanente y difusa juventud. Los mismos esfuerzos en aclimatar algunas viviendas a una temperatura única todo el año, los ha dedicado la cirugía y la cosmética en conseguir rostros sin arrugas.
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