Fe Adulta
Me ocurrió ayer. Murió un señor y celebré la eucaristía. Me acordé del documento de Roma donde se insiste en no hacer alabanzas al difunto, ni que se convierta la homilía en una loa al muerto.
Pero sí me di cuenta de que se puede usar la vida del difunto (su trabajo, sus costumbres, sus cualidades…) como trampolín para transmitir el mensaje cristiano desde ahí.
Mira, se trataba de un señor que se había dedicado a vender y sobre todo, a instalar cortinas por las habitaciones. Y hete aquí que el evangelio del día nos decía “Te doy gracias Padre porque has ocultado estas cosas a los sabios y se las has revelado a la gente sencilla”. Jesús es quien ha corrido la cortina, quien nos ha revelado al Padre. Se trata de aprender a correr las cortinas de la fe para descubrir a Dios a través del mensaje de Jesús. Por eso ha sido una misión tan bonita el trabajo de este señor que ha montado cortinas para no ver lo negativo, los fallos de los demás, y a cambio ha aprendido a descorrer las bondades de Dios.
Por pedagogía, para captar la atención, conviene partir de hechos de vida, con virtudes o con fallos y a poder ser con algo visual en las manos o delante de nuestros ojos. Una cualidad, un hecho, una profesión nos da lugar para hacer una lectura creyente y descubrir el Mensaje de Jesús a través de él. Lo importante es saber leer el evangelio y la vida a la par. Siempre he pensado que podríamos leer a la par el periódico y el evangelio. Es cuestión de leer, de profundizar, de dejar que Jesús nos hable a través de esos hechos.
Por supuesto que no se trata de hacer un panegírico del difunto, porque cada uno tenemos nuestros fallos y virtudes. Pero Dios se ha manifestado y se manifiesta de mil formas en la vida de cada uno y es cuestión de, aunque sea con retraso, releer los signos de Dios en cada vida humana.
Lo importante en el funeral es celebrar la resurrección de nuestr@ herman@ en Jesús vivo y resucitado Resucitado que ya ha ido viviendo en pequeñas dosis a lo largo de su vida. Poniendo cortinas, sin duda la vida ha sido un ensayo de la eternidad.
Jesús de Nazaret dedicó su vida a correr las cortinas de la vida y manifestar el Amor del Padre a todas las personas. “Te doy gracias Padre, porque has manifestado estas cosas y se las has revelado a la gente sencilla”.
No se trata de alabarlas cualidades del difunto y canonizarlo, sino de hacer una lectura creyente de su vida, su trabajo, sus aficiones, sus cualidades. Y dar gracias por ello al Padre.
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