ATRIO
Un amigo al que no veía desde hace bastante tiempo me entrega un escrito que anuncia como su renuncia definitiva a la Iglesia católica. Se titula Credo con honestidad y comienza diciendo: “Creo en la creación, creo en los hombres, creo en el espíritu”.
Lo curioso es que justo en esos días se leía en el evangelio de Juan (2,24) que “Jesús no se fiaba de ellos porque conocía todo acerca de las personas. No hacía falta que nadie le dijera sobre la naturaleza humana, pues él sabía lo que había en el corazón de cada hombre”.
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