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miércoles, 16 de diciembre de 2020

“¡Mátense los unos a los otros!”

Pedro Pierre

 Redes Cristianas

Para ganar votos a toda costa el banquero Guillermo Lasso ha lanzado la propuesta demagógica de la libre detención de armas para todos los ecuatorianos afín de combatir la inseguridad y la delincuencia. En eso sigue a los presidentes Trump de Estados Unidos y Bolsonaro de Brasil. De Trump, Noam Chomsky dice que fue “el peor presidente del país” y a Bolsonaro todo el planeta le suplica de detener los incendios gigantesco que promueve en la Amazonia brasileña. Para los ecuatorianos armarnos todos sería el peor desastre que nos podría suceder mientras seguimos desprotegidos frente a los estragos de la pandemia del coronavirus y al saqueo del país con la corrupción desatada por el actual gobierno y la libre salida de dólares a los paraísos fiscales.

Los sociólogos nos dicen que el afianzamiento de los Estados nacionales y el desarrollo de un país se asientan entre otras bases en el control de la violencia armada: el Estado se hace cargo exclusivo de uso de armas, de su control y utilización. El continente más violento y con más muertes por la violencia armada son las Américas del Norte, del Centro y del Sur por 2 motivos: el uso bastante generalizado -totalmente libre en Estados Unidos- de armas y las desigualdades sociales en América Latina. Europa y África registran muchos menos muertos por la violencia armada y en Asía y Oceanía, la detención de arma ha sido siempre fuertemente controlada y prohibida. Estados Unidos es el campeón de los asesinatos colectivos por gente desquiciada a quien se le ocurre disparar armas de grueso calibre en colegios, universidades y centros comerciales. En México las matanzas son incontrolables por el control del tráfico de drogas. En Colombia, donde nunca hubo reforma agraria, la inseguridad es generalizada por los múltiples asesinatos que se dan a diario.

Luego vienen Brasil y Honduras donde el porcentaje de muertos brasileños es muy elevado por la violencia de un puño de adinerados y en Honduras por ser un gran base militar nortemericana.
En Ecuador las investigaciones demuestran que bajó el número de muertes violentas -en particular de los suicidios- cuando se prohibió la fabricación artesanal de armas, cuando se organizó su control y prohibición y cuando creció el progreso social en la educación, la salud y el desarrollo de una cultura de paz. Al mismo tiempo fue significativa también la reducción de femicidios en el país.

En las Américas, las propuestas de libre detención de armas han sido siempre un reclamo de los grupos poderosos para defender sus privilegios y las injusticias que conllevan. La acumulación escandalosa de riquezas siempre se hace a costa del empobrecimiento de la mayoría de la población. Actualmente en Ecuador los grupos de poder ven amenazados la descarada explotación de sus trabajadores y de la naturaleza. Por eso lanzan esta campaña demagógica y letal de la libre detención de armas para todos los ecuatorianos.

Recientes investigaciones sobre las muertas violentas en nuestro país desvelan las consecuencias negativas del uso de armas por parte de los ciudadanos que deciden hacer justicia por sus propias manos. Esta situación crea una espiral de violencia difícil de detener por multiplicar los casos de venganza, además de los accidentes que va casando la presencia de armas en las familias. Las heridas por balas alcanzan un número elevado de accidentes entre los niños, adolescentes y adultos. Las consecuencias nefastas están a la vista. Además de los altos costos de la atención y curación en los hospitales -que no señalan el origen de las heridas graves por balas-, está la incapacidad de poder ejercer algún oficio o trabajo durante meses, a veces años y en muchos casos para toda la vida. Tampoco se sabe la proporción de secuelas de discapacitación por estos accidentes ni por “las balas perdidas”…

Recordemos el refrán popular que retomó Jesús cuando sus apóstoles querían defenderlo de ser apresado: “¡Quien usa la espada, por la espada morirá!” Conocemos esta profecía de Isaías que anuncia una era de paz: “Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. Una nación no levantará la espada contra otra y no se adiestrarán para la guerra.” Cada vez más grupos que denuncian el flagelo mundial del tráfico de las armas y de las guerras, promueven el camino de “la no violencia activa y colectiva” inaugurado por Mahatma Gandhi para que desarrollemos una cultura de la paz y de la convivencia armoniosa. Allí está la mejor protección contra la inseguridad, el miedo, las injusticias y la muerte violenta.
Que sepamos, en esta campaña electoral, desenmascarar a los falsos profetas y en este tiempo de Navidad, acoger el don de la paz, de la convivencia pacífica y la hermandad universal.

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