FE ADULTA
Un corazón sincero podría lograr que incluso una piedra floreciese (Proverbio)
4 de octubre. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO
Mt 21, 33-43
Cuando llegó la vendimia, mandó a sus criados para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía
Comentando la parábola de los trabajadores de la viña, afirmaba John Wesley que el objetivo fundamental de la parábola era mostrar que muchos judíos serían rechazados y muchos paganos admitidos.
Esta dura parábola se originó como la expresión del agudo conflicto al que había llegado Jesús con los gobernaban su pueblo, tomando después una especial significación a raíz de la destrucción de Jerusalén.
Sus líderes no habían cultivado suficientemente bien la viña de su dueño, habiéndosela robado a quien tenía derecho a ella.
La oferta hecha por Jesús, de una sociedad más fraternal, solidaria e igualitaria, tropezó con los intereses del gobierno.
Esta parábola posee un profundo sarcasmo, que resume la historia de los adalides de Israel. En el Antiguo Testamento habían comenzado como humildes inquilinos y frente a Jesús concluyen como homicidas.
Del mismo modo que la Iglesia antigua, como la de nuestros días saben que su razón de ser fiel a la misión de Jesús, que no se especifica tanto por la ortodoxia de la doctrina como por la praxis de liberación de los más necesitados.
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17, 7-8)
La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos (Proverbios 18, 21)
Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto Levítico, 26, 3-4
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos (Juan 15, 8)
Les dijo Jesús esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y le echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no lo da, la cortas” (Lucas 15, 6-9).
La parábola de la higuera estéril es una de las ocho parábolas que terminan bruscamente sin que los evangelios brinden una interpretación directa de su aplicación. En esas parábolas, Jesús dejaba al oyente sacar sus propias conclusiones.
El uso de la higuera, que simboliza al pueblo de Israel, implica que la pertenencia al pueblo de Dios, y el árbol simboliza al pecador que no da frutos de conversión.
Y es verdad que ninguna disciplina al presente, parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Hebreos 12, 11)
Y en El libro de los Proverbios se dice que Un corazón sincero podría lograr que incluso una piedra floreciese.
El Evangelio de Mateo relata que Cuando llegó la vendimia, mandó a sus criados para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía, pues como eran muy crueles, a uno le golpearon, a otro le apedrearon y al tercero le mataron, luego se lavaron las manos como Pilatos, y se fueron a contarle al dueño de la viña lo ocurrido.
Poema de Pedro Antonio de Alarcón
EL FRUTO DE BENDICIÓN
¡Cuántas veces fugaz la Primavera
vistió de flores mil el campo abierto,
hora tornado en árido desierto,
ni sombra ya de lo que en Mayo fuera!
En tanto aquella flor, la flor primera,
logro de afanes en cerrado huerto,
ve trocada el colono en fruto cierto,
de árboles mil semilla duradera.
¡Así la juventud! ¡Así la vida!
La que en vanos placeres se consume,
olvidada a la tarde desfallece:
en tanto que la fiel y recogida
que a un solo amor consagra su perfume,
más allá de la tumba reverdece
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