Redes Cristianas
Pedro Pierre
No hace falta ser especialista en sociología ni análisis internacionales para darse cuenta de que el papa Francisco es actualmente ‘el gran líder’ mundial no sólo por su prestigio religioso sino como persona que como ninguno defiende a la humanidad y la naturaleza. Solamente los que no quieren ver pueden decir que los problemas de cambios eclesiales, ambientales y sociales se resolverán por sí solos o continuando como estamos o regresando al pasado. Por todo esto tiene muchos enemigos tanto internos como externos. Los enemigos internos son las mafias de los integristas, conservadores, cardenales príncipes y otras sectas católicas que no quieren salir de la Edad Media y de sus privilegios y de los poderes que les da el ejercicio de una religión ‘opio del pueblo’, que muy poco tiene que ver con el Evangelio.
El papa Francisco nos regresa al Evangelio de Jesús, profeta itinerante de Galilea, en su sencillez y radicalidad, al Reino como único absoluto ya que, según el mismo Jesús, “lo demás vendrá por añadidura”, a la prioridad de los pobres en lo pastoral, humano y social porque son los empobrecidos por un sistema perverso. Por esta razón son los preferidos de Dios, a la vez víctimas inocentes e indefensas de la explotación, la injusticia y la represión, y los únicos capaces de renovar la Iglesia y transformar la sociedad.
En cuanto a sus enemigos externos son los Trump, los Bolsonaro y otros gobernantes de corte fascista, como también las grandes multinacionales y las todopoderosas instituciones financieras del neoliberalismo. Pues no les gusta que se diga la verdad ni se les denuncie sus como promotores de las inmensas desigualdades entre ricos y pobres, sean individuos o naciones, causantes de las guerras, las hambrunas y el saqueo de las materias primas. Jamás una voz cristiana se había alzado tan clara y contundente.
Otros enemigos más disfrazados pero no menos perversos y peligrosos son los grandes medios de comunicación internacionales que son los portavoces de estos mismos ‘enemigos externos’. No es de extrañar estos son sus dueños y accionistas hambrientos. Sistemáticamente por una parte, acallan la voz y las actitudes del papa o las distorsionan limitándose a extractos secundarios y, por otra, se prestan a difundir constante y mundialmente las críticas y proclamas de los opositores al papa Francisco. ¡Y cuánto cristianos, incluyendo obispos y sacerdotes, se quedan con estas informaciones troncadas y parcializadas en sus grandes cadenas de televisión nacional!
Dos situaciones más sí, llaman la atención. De una lado, cada vez más voces de personalidades no cristianas ni creyentes reconocen el liderazgo y ahora llaman a defender las grandes opciones del papa Francisco a favor de los pobres, los explotados, los migrantes, las minorías perseguidas y en contra de la perversidad y criminalidad del sistema económico, porque esto nos lleva a la destrucción segura si no nos decidimos a detenernos ni revertir la actual organización mundial. Parece que gran parte de la humanidad está adormecida y se deja engañar por la ingeniosidad del capitalismo que nos hace creer en la idolatría del mercado que ‘todo lo va a resolver’. El papa Francisco declara la prioridad de la persona sobre todo el resto, invita a poner el dinero al servicio de las personas y del Bien común, proclama los derechos de los pueblos a una vida digna y de la naturaleza, llama a una espiritualidad que abarque toda la vida y todo el universo, más allá de las culturas y religiones.
Por otro lado: ¿Y nosotros, cristianos y católicos tibios o cómodos? “Muy bien, gracias.” Muchos, demasiados muchos, nos quedamos de brazos cruzados, esperando que otros resuelvan los problemas humanos y planetarios que nos queremos y poco nos importa resolver… aun sabiendo que vamos a heredar a la joven generación un mundo cada vez más inhumano e inhabitable a corto plazo. ¡Bien poca valentía, fe, dignidad y vergüenza tenemos! Lo lamentaba el mismo Jesús: “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz”… Pero también declaraba, resucitado: “¡Ánimo: he vencido al mundo!”
Seamos verdaderamente los discípulos del resucitado y los seguidores del papa Francisco, sin quedarnos solamente a rezar piadosamente por él cada domingo.
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