“EL SISTEMA JERÁRQUICO Y SU EJERCICIO IMPERANTE DIFÍCILMENTE ES MERECEDOR DEL APELATIVO DE CRISTIANO”
“Por inoperancia o conversión en otra institución de dudoso, o nulo, contenido religioso”
A pocos de sus representantes jerárquicos les sería justo aplicarles, en el lenguaje sociológico y en el evangélico, el apelativo de pobre. Los pobres-pobres no viven en palacios, ni mandan como mandan los obispos
Por supuesto, ciertamente y sin duda alguna, la Iglesia-Iglesia no se acabará jamás. Ángeles, arcángeles y toda la corte celestial, con el evangélico y salvador aval de Jesús, vigilan a perpetuidad, y dogmáticamente, “que las puertas del infierno no lleguen a prevalecer contra ella”, por agitados y procelosos que sean los mares que la “barca de Pedro” se vea obligada a surcar.
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