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miércoles, 3 de octubre de 2018

El divorcio ayer y hoy

col cruz tome
En mi comentario, desarrollaré el siguiente esquema:
Ayer: El divorcio en el siglo I en la cultura mediterránea y la alternativa de Jesús de Nazaret.
Hoy: El divorcio en el siglo XXI en la cultura occidental y la propuesta de la “Amoris Laetitia”.
Conclusión: El amor gratuito y servicial; meta y camino antidivorcio.
¿Desde dónde escribo? Soy creyente laica. Vivo en matrimonio desde hace 43 años. He dedicado muchas horas de mi vida profesional a terapia de pareja. Colaboro en los “Cursos para Novios” desde hace diez años. Seguí con mucho interés los preparativos y desarrollo de los dos Sínodos de los obispos sobre la familia en la comunidad eclesial y en el mundo y doy gracias a Dios por la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” del papa Francisco sobre el amor en la familia.
En el Evangelio de hoy, Marcos nos presenta a los fariseos haciendo a Jesús una pregunta difícil para ponerle a prueba. Es una pregunta sobre el divorcio. Si los fariseos hacen a Jesús esta pregunta-trampa es porque el divorcio era ya problemático en ese momento. El divorcio es muy problemático porque es muy importante para la persona. Preocupaba a la sociedad judía de entonces y nos sigue ocupando a nosotros ahora. El divorcio, como ruptura de una pareja humana, que se han unido por un amor que creían duradero y exclusivo, que se comprometieron con un proyecto vital común y descubren un día que la vida en pareja no es lo que soñaron, que la convivencia ha perdido sentido y se ha vuelto imposible, es un fracaso que acarrea muchos problemas. El divorcio ha sido y es un fracaso, un fallo, una herida en la evolución personal y de la pareja.
La pregunta de los fariseos a Jesús es sobre el derecho del varón al divorcio (Deut, 24). Solo el varón tendría ese derecho. En tiempos de Jesús el supuesto del que se parte es la desigualdad, a favor del varón, entre hombre y mujer. La mujer es propiedad del varón y tiene que estar sometida y dependiente del marido como de soltera lo estaba del padre. Contra esa desigualdad responde Jesús: “Al principio de la creación Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gén 1, 27), y serán una sola carne (Gé, 2, 24). De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido”. Y luego “en casa” a los discípulos les matiza la respuesta dada a los fariseos “si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro comete adulterio”. Así Jesús defiende la igualdad de derechos y deberes en el hombre y en la mujer. La desigualdad es antievangélica.
Hoy, la igualdad entre el hombre y la mujer es un derecho y la libertad y la autonomía son valores irrenunciables de la persona con independencia del género. Hoy, ni la sumisión ni la resignación son coherentes con estos valores ni con nuestra cultura. De ahí la crisis del modelo tradicional de matrimonio. Este cambio antropológico-cultural exige la renovación de dicho modelo. Veamos cómo y en qué dirección.
Plan originario: El Señor Dios se dijo: “No está bien que el hombre esté solo, voy a hacerle alguien como él que le ayude” (Gén 2, 18). Dios crea al hombre y la mujer y ve que es bueno (Gén 1, 31). Ser hombre y mujer iguales pero diferentes es bueno. La unión en una sola persona (proyecto común) es bueno. La ayuda mutua y el amor contra la soledad es bueno. Desde estos orígenes el matrimonio cristiano se concibe como comunidad de vida y amor. Unión por amor entre dos personas iguales en dignidad, derechos y deberes. La finalidad es la ayuda muta, una comunidad de vida y de amor para que los hombres sean felices y colaboradores libres y responsables en la transmisión de la vida humana. Además para el cristiano el amor matrimonial es encarnación y manifestación del Dios a los hombres. El matrimonio es sacramento del amor de Dios. Dios ha creado al hombre y a la mujer para que para la felicidad. Todo lo demás es “dureza de corazón”. Y lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre ni la mujer (Deut 24). Igualdad de derechos y deberes en la pareja.
En el matrimonio el amor es origen, meta y camino. El ideal deseado y deseable es que este amor sea estable, duradero y exclusivo, solo a ti y para siempre. Es el ideal, el anhelo, al que la pareja humana tiende. A ese ideal se llega, o al menos te acercas, a través de un proceso coextensivo con la vida. La meta está clara pero el camino no es fácil, tiene dificultades y desafíos. Y para esa carrera hay que prepararse y usar todos los recursos disponibles que faciliten la tarea. El amor y la convivencia hay que “trabajarlos”. No se regalan.
El matrimonio es un banco de prueba de la madurez personal y del amor gratuito y servicial, propio y específico de la naturaleza humana. Por eso, a más madurez en esta variable, más felicidad. Y si este ideal no se alcanza o fracasa el amor, hay que buscar alternativas para que la persona sobreviva al fracaso y siga siendo humanamente plena y feliz. Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.
En la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” del Papa Francisco se aborda el amor en familia en la sociedad actual y se proponen medidas de prevención y tratamiento para los desafíos que hoy tiene que afrontar el matrimonio cristiano. Entre ellas destaco:
Preparación al matrimonio: Curso prematrimonial. Más vale prevenir que curar. La mayoría de matrimonios son nulos de origen porque no saben lo que hacen. Falta de conocimiento y madurez. Catecumenado permanente.
Acompañamiento pastoral en las primeras etapas y en momentos de dificultad: La madurez y la felicidad son un proceso de realización personal y de pareja coextensivos con la vida en matrimonio.
Revisión de la Pastoral de divorciados vueltos a casar: Discernimiento acompañado. No bastan los principios universales. Necesidad de personalizar el hecho del fracaso en el amor matrimonial y búsqueda guiada de una alternativa exitosa.
Atención a la fragilidad (vulnerabilidad) humana. Llevamos un tesoro en vasijas de barro: el ideal está claro, el conseguirlo es problemático. Ante la posibilidad de fracaso, aplicación del Principio Misericordia.
Para cerrar: Es frecuente elegir como lectura en la celebración del sacramento del matrimonio el texto de 1 Cor, 13. Es una intuición genial porque es un texto “sapiencial”. Es el mejor resumen de cómo debería ser el amor en el matrimonio a base de: Generosidad, comprensión y fidelidad. Presenta el amor gratuito y servicial como meta y camino de la felicidad humana en el matrimonio.

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