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jueves, 25 de enero de 2018

NO SE VUELVAN PROFESIONALES DE LO SAGRADO (...), DÉJENSE ACONSEJAR POR EL PUEBLO DE DIOS


col bastante

"No se vuelvan profesionales de lo sagrado, olvidándose de su pueblo, que fue de donde los sacó el Señor, de detrás del rebaño. No pierdan la memoria ni el respeto por quien les enseñó a rezar". Guante de seda, puño de hierro. Así fue el discurso del Papa Francisco a obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas de Perú, a quienes pidió que "no caigan en la tentación de una autoridad que se convierte en autoritarismo".
"Los que tienen esa misión de ser autoridad, piénselo mucho. En los ejércitos hay bastante ejércitos, no hace falta que se nos metan en la comunidad", clamó el Papa, quien intercaló en su discurso escrito bastantes ejemplos de su propia cosecha. Con claras advertencias: "El pueblo de Dios tiene olfato, y sabe distinguir entre el funcionario de lo sagrado y el servidor, entre el memorioso y el olvidadizo", apuntó.
"No desprecien la oración casera", pidió el Papa, especialmente a los maestros de novicios y rectores de seminarios, reclamando el respeto a la fe de la infancia. "La fe de tu madre y de tu abuela es la que tenés vos. No desprecien la oración casera, porque es la más fuerte".
Pidió tres cosas el Papa a los religiosos: no olvidar las raíces, recordar la memoria del momento de la llamada, y compartir la alegría recibida. Y también, no caer en la autorreferencialidad ni en el autoritarismo. "Déjense aconsejar por el Pueblo de Dios".
También, una advertencia contra "la fragmentación o el aislamiento", que no se dan fuera. "Hermanos, las divisiones, guerras, aislamientos los vivimos también dentro de nuestras comunidades, dentro de nuestros presbiterios, en nuestras conferencias episcopales... ¡y cuánto mal nos hace! ¡Cuántas veces nos ponemos zancadillas unos a otros!".
"Mirar a nuestras raíces, a lo que nos sostiene a lo largo del tiempo, para crecer hacia arriba y dar fruto", porque "sin raíces no hay flores ni fruto", advirtió el Papa, quien lamentó "ver algún obispo, algún cura, alguna monja... marchito. Y mucha más pena me da cuando veo seminaristas marchitos. Esto es muy serio. La Iglesia es buena, es madre, y si ustedes ven que no pueden, por favor, hablen antes de tiempo, antes de que sea tarde, antes de que se den cuenta de que no tienen raíces y se están marchitando".
Y no darse demasiada importancia. "Nuestra fe es memoriosa, sabe reconocer que ni la vida, ni la fe, ni la Iglesia, comenzó con el nacimiento de ninguno de nosotros", recordó. Así lo hizo Juan Bautista, que "tenía claro que no era el Mesías, sino quien lo anunciaba". Y "lleva esto hasta las últimas consecuencias, y Dios lo permite: muerte degollado en un calabozo. Así de sencillo".
"Nosotros, consagrados, no estamos llamados a suplantar al Señor, simplemente se nos pide trabajar con el Señor, codo a codo, pero sin olvidarnos nunca de que no ocupamos su lugar", recordó. "Nos hace bien saber que no somos el Mesías. Nos libra de creernos demasiado importantes". Y, si continúa la tentación, el Papa recomendó "reirse de uno mismo".
"La risa nos salva del neopelagianismo autorreferencial y prometeico de los que, en el fondo, solo confían en sus propias fuerzas, y se sienten superiores a los otros. Rían en comunidad, y no de la comunidad", pidió Bergoglio, quien también recetó dos 'pastillas': "Una, rezar; la segunda pastilla... mírate en el espejo (...). Esto no es narcisismo, al contrario. El espejo acá sirve como cura".
En segundo término, el encuentro con Jesús, que "cambia la vida, establece un arte y un después". Por eso es tan importante recordar el momento preciso de la llamada. "Cada uno de nosotros conoce el dónde y el cuándo.".
"Nuestra vocación es una llamada de amor para amar, para servir, no para sacar tajada para nosotros mismos", insistió. "Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió no fue por ser más numerosos que los demás, pues son el pueblo más pequeño, sino por amor. Eso le dijo a Israel: No te la creas, no sois el pueblo más importante, pero se enamoró de eso... Y qué quiere, tiene mal gusto el Señor, pero ¡¡¡se enamoró de eso!!!".
"No olviden, y mucho menos desprecien, la fe fiel y sencilla de vuestro pueblo", clamó. "No se vuelvan profesionales de lo sagrado, olvidándose de su pueblo, de donde los sacó el Señor. No pierdan la memoria ni el respeto por quien les enseñó a rezar".
Finalmente, la alegría contagiosa, pues "la fe en Jesús se contagia, y si hay un obispo, un cura, una monja, un seminarista, un consagrado... que no contagia, es un aséptico de laboratorio. Que salga y se ensucie las manos un poquito".
"La mejor señal de que hemos descubierto al Mesías es la alegría contagiosa", subrayó, insistiendo que "alegría no es para guardarla, sino para transmitirla. En este mundo fragmentado, estamos llamados a ser profetas en comunidad, porque nadie se salva solo".
Para finalizar, el Papa hizo un llamamiento a conservar las raíces, mantener viva la memoria, en la forma de los religiosos ancianos. "Manden a los jóvenes a hablar con los curas viejos, con los obispos viejos, con las monjas viejas. Dicen que las monjas no envejecen porque son eternas... Mándenlos hablar". Porque "los jóvenes caminan rápido, y lo tienen que hacer, pero son los viejos los que conocen el camino".

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