Nos acercamos a Jesús y a Juan. Estamos con ellos en el Jordán, sumergidos en las aguas de nuestra humanidad. Al recibir con Cristo el bautismo, sentimos el Espíritu, que también nos hace madurar en la fe, que nos hace sentirnos hijos en el Hijo. Escuchamos la voz de Dios, que también nos ama, que también se complace en nosotros. Y ahora estamos listos para asumir su misión, para colaborar en la transformación de este mundo.
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