Repetimos mucho esta frase con el papa Francisco: salir a las periferias...
Me parece que hay algo más sencillo que salir: los que somos iglesia vivamos fuera; estemos fuera. Por eso, cuando hoy se levanta la voz porque la iglesia nos vamos quedando con muchas menos personas, fuera de las estadísticas, lo veo como un hecho a valorar.
Cuando la iglesia no tengamos medios, ni dinero, ni poder… eso va a ser una riqueza inmensa: estaremos de veras en la periferia. Es muy distinto estar fuera que intentar acercarnos a las periferias. No será una opción, sino una realidad impuesta.
Hablamos de llevar a Jesús a los demás. Más bien será descubrir a Jesús, que ya está en ellos.
Nos agarramos y defendemos las posesiones, los derechos a la enseñanza... Qué bien el día que carezcamos de todo eso. ¿No decimos que los mártires son siembra de cristianos? Pues cuanto menos pintemos, más cerca estaremos de Jesús
Necesitamos una gran purificación: no pintar, no tener poder, experimentar el vacío y la pobreza. Mientras sigamos siendo una institución con grandes poderíos, celebraciones, números, edificios, concordatos…, nos va a resultar muy difícil vivir como Jesús.
Llego a un pueblo como cura y tengo casa, salones, luz, agua, teléfono... Eso no lo tiene nadie que llega a una localidad, sino que lo tiene que ganar, pagar... ¿Se han olvidado los curas obreros?
Jesús nos dice en qué condiciones hemos de ir fuera: “no llevéis alforja, ni sandalias, ni dos túnicas”. Necesitamos pasar por una purificación de hábitos, seguridades, posesiones, títulos.
Un grupo de personas, unas ciento cincuenta, han ido hoy a las oficinas del obispado pidiendo que les borren de los libros de bautismo donde constan como cristianos. Si no tienen conciencia de cristianos, ¿qué pintan al ser considerados y contados como tales? Todos los años me piden el número de personas bautizadas, casadas, enterradas... En estos pueblos, cercano a cero.
Nuestra fuerza está en la debilidad. Cuando soy débil, soy fuerte como seguidor de Jesús.
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