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jueves, 8 de junio de 2017

Papa Francisco: volver a la Europa que soñaron sus fundadores

Benjamín Forcano


Benjamín Forcano1El 25 de noviembre de 2014, el Papa Francisco habló en el Parlamento europeo a los representantes de sus 28 Estados.
1.En el centro la persona humana, dotada de una dignidad trascendente.
Hablaba a una Europa cambiada, sin bloques contrapuestos, pero dentro de un mundo más complejo y agitado, que la miraba con cierta desconfianza y sospecha. El Papa les hablaba con la esperanza de poder ayudarles a superar sus dificultades y miedos y, sobre todo, de volver a trabajar para superar las divisiones, favorecer la paz y la unión entre todos ellos, tal como habían soñado sus fundadores “poniendo en el centro al hombre, no tanto como ciudadano y sujeto económico, sino como persona dotada de una dignidad trascendente”.
Fueron estas dos sus últimas palabras, las que encarrilaron su discurso. No en vano, Europa venía atravesada de múltiples violencias, discriminaciones, sufrimientos y sacrificios que le enseñaron a descubrir y promover la dignidad humana, los derechos humanos y la conciencia del valor de cada persona.



Desde este caminar histórico, el Papa Francisco pasaba a señalar que Europa “se encuentra dentro y fuera, con demasiadas situaciones en las que los seres humanos son tratados como objetos, que pueden ser desechados cuando ya no sirven , por ser débiles, enfermos o ancianos”. “La dignidad de la persona humana tiene derechos inalienables, de los cuales no puede ser privada arbitrariamente por nadie y, menos aún, en beneficio de intereses económicos”.
Y pasaba a denunciar -para preservarla de él- “El error de pensar que la persona humana existe desligada de todo contexto social y antropológico, como si sus derechos y deberes pudieran afirmarse sin estar conectados a los demás y al Bien Común de la sociedad misma, originándose por ello fuentes de conflictos y violencias”.


Contra este concepción individualista, el Papa Francisco subraya la innata capacidad del ser humano como ser relacional: “La soledad, una de las enfermedades hoy más extendidas en Europa y que se ve particularmente en los ancianos, a menudo abandonados a su destino, en los jóvenes sin puntos de referencia y sin oportunidades para el futuro, en los numerosos pobres que pueblan nuestras ciudades y en los ojos perdidos de los inmigrantes que han venido aquí en vista de un futuro mejor”.
Esta soledad se ha ido incrementando en los últimos años: “Desde muchas partes se recibe una impresión general de cansancio, de envejecimiento, de una Europa anciana que ya no es fértil ni vivaz. Por lo que los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber pérfido fuerza de atracción, en favor de los tecnicismos burocráticos de sus instituciones”.
Sin que por ello, dejen da darse “estilos de vida egoístas, caracterizados por una opulencia insostenible y a menudo indiferente al mundo circunstante, y sobre todo a los más pobres”.


2. Alma y espíritu humanista de la Unión Europea
Y es en este punto donde las palabras del ponen al descubierto la causa de todo esto: la absolutización de la técnica, “que acaba por producir una confusión entre los medios y los fines”.
Cuando se da esta inversión el camino está abierto para que la persona se convierta en objeto de intercambio o comercio y surja “La cultura del descarte” y del “consumo exasperado”. Y ahí, directamente, como profeta, interpela directamente a los parlamentarios : “Ustedes tienen la gran misión de preocuparse de la fragilidad de los pueblos y de las personas. Cuidar las personas quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la “cultura del descarte. Cuidar de la fragilidad de las personas y de los pueblos significa proteger la memoria y la esperanza ; significa hacerse cargo del presente en su situación más marginal y angustiante, y ser capaz de dotarlo de dignidad”.

Hacer real este compromiso de esperanza es construir futuro, pero esto el Papa no lo considera posible sin el nexo de los dos elementos presentes en la historia de Europa: “En la historia de Europa hay un encuentro permanente entre el cielo y la tierra, donde el cielo indica la apertura a lo trascendente, a Dios, que ha caracterizado desde siempre al hombre europeo , y la tierra representa su capacidad práctica y concreta de afrontar las situaciones y los problemas”.
Retos de la Unidad en la Diversidad y de la Democracia
En este sentido, es de vital importancia preservar el patrimonio histórico del cristianismo, base de los ideales que la formaron desde el principio: “La paz, la subsidariedad, la solidaridad recíproca y un humanismo centrado sobre el respeto a la persona”.
Es precisamente desde estas sus raíces religiosas, “como Europa puede ser más fácilmente inmune a tantos extremismos que se expanden en el mundo actual, también por el gran vacío en el ámbito de los ideales, como lo vemos en el así llamado Occidente, porque es ese olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia”.

El Papa, teniendo en cuenta el lema de la Unión Europea, le exige mantener viva la democracia, frente a la imposición de una concepción uniformadora de la globalidad, que intenta ahogar la fuerza expresiva de los pueblos “mediante presiones de intereses multinacionales no universales , que los hacen más débiles y los transforma en sistemas uniformadores de poder financiero al servicio de imperios desconocidos”.
Asegurar un futuro de esperanza, centrado en la primacía de la persona, requiere, en descripción del Papa, dar tiempo y trato a la formación de la persona en los ámbitos educativos: familia, escuelas y universidades, trabajo, ecología, probleáticas asociadas de los inmigrantes.

El Papa Francisco cierra su discurso a los euro diputados, fijándoles sus tareas fundamentales:

“Ha llegado la hora, queridos eurodiputados de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana, de los valores inalienables; la Europa que abrace con valentía su pasado, y mire con confianza su futuro para vivir plenamente y con esperanza su presente. Ha llegado el momento de abandonar la idea de una Europa atemorizada y replegada sobre sí misma, para suscitar y promover una Europa protagonista, transmisora de ciencia, arte, música, valores humanos y también de fe. La Europa que contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que mira, defiende y tutela al hombre; la Europa que camina sobre la tierra segura y firme, precioso punto de referencia para toda la humanidad.
Gracias.
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