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jueves, 8 de junio de 2017

EL SENADO ACOGE A LAS VÍCTIMAS DE LOS “NIÑOS ROBADOS”


El pasado 30 de Mayo, el Senado de España abrió sus puertas en un emotivo acto en conmemoración de las sustracciones de recién nacidos en el Franquismo y hasta los años 90. Entre otras intervenciones interesantísimas, seleccionamos una de ellas, por ser un repaso general a esta realidad que se pretende silenciar y que tanto dolor injusto sigue provocando en una parte importante de la población española.
Texto de la intervención de Irene Meca Mateo
Que podamos estar hoy aquí, en el Senado, exponiendo nuestras historias y reivindicaciones, es algo que agradecemos en el alma. Hoy tenemos que aprovechar como nunca la oportunidad que se nos brinda para ser escuchados.
Llevamos demasiados años pidiendo justicia para tantas madres, hijos o hermanos a los que se les separó de sus familias. Unos por ideas, otros por lucrarse. El resultado para todos nosotros es el mismo: dolor y desarraigo.
Sentadas aquí hoy hay muchas historias que podrían hablar de lo que significa en sus vidas haberles privado de lo más sagrado que un ser humano pueda tener: SU FAMILIA, SU HOGAR, SU ENTORNO.
MADRES a las que se les llevaron la vida que acababan de alumbrar. Una vida sentida en sus entrañas durante su gestación, las ilusiones puestas en ese hijo, la alegría de verle crecer, todo lo que significa la esperanza que pones en el hijo que llega.
Madres a las que se engañó vilmente haciéndoles creer que sus hijos habían nacido muertos. Madres que, aun habiendo escuchado el primer llanto de su bebé recién nacido, se las hacía creer que habían soñado con ese llanto y que jamás se había producido.
Al crimen terrible de ese robo, añadían la burla, el menosprecio, la prepotencia, el YO SOY AQUÍ LA LEY y no puedes protestar porque incluso podemos hacerte más daño. ¿MAS DAÑO? Y es cierto, podían hacérselo aunque parezca imposible. En algún caso, incluso llegaban a amenazar con quitarles otros hijos que tuvieran con la excusa de que no eran dignas de ser madres.
Muchas de esas madres han tenido que guardar en su corazón ese dolor porque no las creyeron. Quién iba a imaginar que una dulce monjita, o todo un doctor cuyo juramento ha sido el de proteger la vida y ayudar, iban a ser capaces de semejante atrocidad.
Quién podía imaginar que pudiera desaparecer de un Hospital una criatura, o que llegasen al horror de congelar un bebé para tenerlo “de muestra” en caso de que los padres se empeñasen en ver su cadáver.
La norma era retirar sus hijos a las madres con pocos recursos, poca defensa y pocas posibilidades de ser escuchadas, o a gestantes de mellizos, gemelos.
En ocasiones se quedaban con uno de los niños porque “ya se consolarían” con el otro que les quedaba. Lo que ocurre es que la avaricia les pudo en ocasiones y se llevaban a los dos a poco que viesen una oportunidad.
Quitar un hijo a una adolescente era algo de “justicia divina”. Como podían consentir que una “pecadora”, una muchacha que no estaba ni preparada para el matrimonio, pudiese tener la desfachatez de conservar al fruto de su pecado sin tener un justo castigo.
Lo conveniente era arrebatarle a ese bebé y de paso aprovechar para ganar un dinero con su venta y hacer feliz a un matrimonio cristiano al que se les negaba la gracia de ser padres.
No puedo imaginar la salida de esas madres del hospital con los brazos vacíos. No estaban locas, no habían soñado con el llanto de su hijo. Fue muy real y han vivido con eso el resto de sus días.
Muchas de ellas han muerto con esa pena y la incomprensión de quienes no las creyeron nunca.
PARA LOS HIJOS no ha sido más fácil. Los hijos hemos empezado a sufrir por la falta de esa madre desde el mismo momento en que nos enteramos que somos adoptados. Hasta ese instante, jamás imaginamos estar viviendo una mentira.
Pero muchos podrán contarnos que algo no estaba en su sitio, que percibían algo diferente en la forma de abrazarles.
Yo no quiero culpar a esos padres adoptivos porque la realidad es que en la mayoría de los casos no eran conscientes del delito que se estaba cometiendo para entregarles ese bebé con el que soñaban.
Otros debían sospechar que algo no estaba bien cuando por vía legal nunca les hubiese supuesto el brutal coste al que en muchos casos tuvieron que hacer frente. Más aún cuando se les colocaba en una habitación contigua a la de la parturienta y aparecía su hijo en los brazos como por arte de magia.
Es muy posible que les dijeran que la madre no lo quería y hasta ahí puedo entenderlo, pero inscribir a esa criatura como biológico (además de pactar el precio), cuanto menos debían saber que no estaban haciendo nada legal.
El colmo de los colmos es ese PRECIO APLAZADO con el que a algunos de nosotros se nos compró. Para los canallas que hicieron el negocio de su vida no éramos mucho más que un televisor o una lavadora.
Algunas compañeras se encuentran con la increíble circunstancia de tener dos madres biológicas, dos identidades y a eso le llaman “ADOPCIÓN IRREGULAR”. Tendrán que explicarnos que significa ese término en justicia.
Me asquea saber que muchas de esas personas han vivido muy bien a costa del sufrimiento de nuestras madres y el nuestro propio.
HERMANOS que buscan incansablemente para conseguir que sus padres puedan descansar en paz un día. Hijos que han tomado el relevo de su lucha porque esos padres ya no tienen fuerzas para continuar.
Estamos dejando pasar demasiado tiempo para acabar con esta lacra y de ese modo parece que se pretende conseguir que se extinga el delito por fallecimiento de quien grita para pedir justicia.
Esos hermanos tampoco lo han tenido fácil porque una madre dolorida tiene un déficit de alegría y eso termina afectando a toda la familia. Lo intentan suplir con mucho más amor y hoy esos hijos tratan de compensarles tomando el relevo para seguir buscando ese miembro que les falta.
Yo sé que los imposibles son difíciles de conseguir pero me gustaría hacer un llamamiento a esas familias que guardan el secreto de un hijo que no es suyo y que nunca tendrán la oportunidad de saber que viven una mentira si no tienen el valor de confesarles que son falsos biológicos.
En cuanto a los reencuentros que se han producido (muy pocos por cierto y desde luego con el esfuerzo particular de cada uno de nosotros), son un doble dolor.
Al del engaño y la pérdida de entonces, hay que añadir que quienes encontramos ya no son parte de nuestra vida. Que quienes se los llevaron hicieron un magnífico trabajo cortando cualquier lazo que pudiera unirnos y hoy duele mucho más queriendo abrazar al bebé que les hurtaron y encontrando los brazos indecisos de quien se debate entre la sangre y los años de cuidados de unos padres que creyeron suyos. Es cruel, es triste, pero es nuestra realidad.
Somos un colectivo demasiado importante como para que se nos ningunee. Somos muchas las personas afectadas y estamos pidiendo solamente que se HAGA JUSTICIA. Que se termine con ese secretismo en los papeles. Que se permita el acceso a Historias Clínicas. Que la Iglesia nos deje ver esos archivos que guardan mucha vergüenza.
Necesitamos la ayuda de todas las Instituciones, la ayuda de grupos como los que hoy nos acogen aquí para seguir adelante y conseguir derribar esas puertas que guardan nuestra historia, la de verdad, la que siempre debió ser.
Ustedes pueden cerrar heridas. Vds. pueden cambiar leyes. Vds. pueden conseguir abrirnos esos archivos para acceder a la información sin tachaduras. Hay demasiados borrones negros que solo Vds. pueden limpiar.

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