A principios de marzo, el Papa Francisco, en unas declaraciones al semanal alemán “Die Zeit” declaraba que habría que analizar si los “viri probati” (hombres casados con una probada virtud) sería solución para paliar la falta de sacerdotes, especialmente en pequeñas comunidades, muchas de ellas muy aisladas, que durante todo el año apenas pueden participar de la eucaristía. Habría que ver también que funciones tendrían estos hombres casados. Reconoció que la crisis vocacional es grave y extensa.
Los viri probati es una expresión tomada de una carta de San Clemente, en el siglo I, sucesor de los apóstoles que contaba cómo ordenaban ellos a sus sucesores:
"Y así, predicando por campos y ciudades, por todas partes, designaron a las primicias (de sus trabajos), una vez hubieron sido probados por el Espíritu, para que fueran obispos y diáconos de los que creyeran”
En el Concilio Vaticano II se estuvo hablando de esta posibilidad, pero no se llegó a ningún tipo de acuerdo. Desde entonces, la crisis de vocaciones no ha hecho más que agravarse a pasos agigantados. Además, el promedio de edad de los curas en muchísimos países es muy alto (En España tengo entendido que rondaba los 65 años).
Francisco sigue empujando como puede la vieja maquinaria de las estructuras de la Iglesia. Ya empezó no hace mucho creando una comisión para tratar de reinstaurar las diaconisas. Veremos si este tímido intento se convierte en realidad y se abre las puertas a una participación plena de la mujer en todas las tareas eclesiales.
Ahora le toca el turno a los curas casados. Para muchos de nosotros llega ya muy tarde, pero es una buena iniciativa, aunque sea muy tímida también a través de la figura de los viri probati.
Y es que en la Iglesia durante los primeros 12 siglos de su existencia, los curas estaban casados y existían las diaconisas y también mujeres sacerdotes. Esta tradición la han mantenido en la Iglesia católica oriental donde siguen existiendo los curas católicos casados. ¿Por qué no va a ser posible en Occidente?
Pero Francisco uno tiene la impresión de que se encuentra bastante sólo en estas y en otras cuestiones. Los obispos no lees respaldan y apoyan como debieran.
¿Por qué no se ha escuchado la voz de nuestros obispos apoyando al Papa en estas cuestiones y en otras? Demasiado silencio sospechoso.
Ya sabemos que ni las diaconisas ni los curas casados son una solución para los gravísimos problemas que tiene la Iglesia Católica que son mucho más profundo y que no vamos a analizar aquí ahora, pero sin duda que son resquicios de apertura muy necesarios que todos los creyentes deberíamos de compartir y defenderlos como muy necesarios para la renovación de la Iglesia, apoyando así al Papa Francisco.
En España hay entre 6.500-10.000 curas casados de un total de 19.000 lo que supone entre un 35-40% que es un porcentaje bastante significativo. Sabemos que los seminarios (que hace décadas estaban llenos) hoy están casi vacíos. Por poner sólo un ejemplo, en el de Cádiz en la década de los sesenta del siglo pasado había unos 150 seminaristas, hoy apenas habrá una decena o poco más.
Todos debemos apoyar estas posiciones de Francisco y no permitir que la oxidada estructura eclesiástica impida que esta pueda adaptarse a la nueva situación de un mundo muy secularizado, propia de la sociedad avanzada del siglo XXI.
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