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miércoles, 14 de diciembre de 2016

Los generales de Donald Trump

J. Jaime Hernández y David Brooks


Desde que Ulysses Grant, el victorioso general de la guerra civil ocupó la presidencia de EU (1868-1877), ningún jefe del ejecutivo había designado a tan nutrido grupo de generales para conformar un gabinete que podría parecerse mucho a una junta militar.
Sólo faltaría por confirmar la posible designación del ex director de la CIA y general retirado, James Petraeus, como futuro Secretario de Estado. Sería la cereza del pastel. Petraeus se vio obligado a renunciar en noviembre de 2012 tras admitir la filtración de información confidencial a su hoy ex amante y biógrafa, Paula Broadwell.


Donald Trump, el hombre que hasta hace poco aseguraba que sabía “más que todos los generales” sobre la amenaza terrorista del Estado Islámico (EI) y la mejor forma de derrotarlos, ha decidido así rodearse de un selecto grupo de generales.
Por el momento, el presidente electo ha designado a los generales James Mattis, Michael Flynn y John Kelly para ocupar la Secretaría de Defensa, para encabezar el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Seguridad Interna (DHS), respectivamente.
Por razones de interés para México, nos concentraremos en el caso de John Kelly, de 66 años y quien se jubiló en enero pasado. El último cargo que ocupó Kelly, fue la jefatura del Comando Sur, una responsabilidad que lo convirtió en el custodio de la seguridad de Estados Unidos desde la frontera sur de México hasta la Patagonia.
¿Que rasgos y antecedentes habría que destacar del general retirado John Kelly?
Durante una audiencia realizada el 15 de marzo de 2015, ante el comité senatorial de servicios armados que presidía el senador por Arizona, John McCain, el general John Kelly consideró como “extremadamente seria” la amenaza de células terroristas infiltrándose a través de la frontera con México:
“Si un terrorista o cualquier persona quiere entrar en nuestro país, sólo pagan la tarifa (que les piden los coyotes o miembros del crimen organizado para cruzarlos). Nadie revisa sus pasaportes. Nadie. No pasan por detectores de metales. A nadie le importa por qué están viniendo. Simplemente viajan en esta red (que se dedica a traficar inmigrantes)”, aseguró Kelly ante la mirada complacida de John McCain.
Habría que decir que, a John McCain, siempre ha tenido debilidad por los testimonios de aquellos funcionarios policiales o militares que agitan el espantajo de “la amenaza terrorista” que busca cruzar la frontera con México.
Gracias a esa narrativa, McCain ha podido solicitar más recursos para garantizar “la seguridad fronteriza” que, actualmente, devora un presupuesto de más de 18 mil millones de dólares al año, si nos atenemos a las cifras proporcionadas en 2013 por la entonces Secretaria de Seguridad Interna (DHS), Janet Napolitano.
A pesar del testimonio ofrecido por Kelly, un entusiasta de la colaboración con la CIA, con la agencia antinarcóticos (DEA) y con los generales de las fuerzas armadas en Latinoamérica, lo cierto es que ningún informe del DHS ha confirmado la infiltración de terroristas vinculados a organizaciones como Al Qaeda o al Estado Islámico desde la frontera con México.
Pero su narrativa ha sido un elemento clave para Donald Trump a la hora de designarlo como su futuro Secretario de Seguridad Interna (DHS) para impulsar el reforzamiento con la frontera con México y estrechar la colaboración con agencias de inteligencia para detectar la presencia de células terroristas en ese corredor que va desde América del Sur, Centroamérica y la República Mexicana.
Un detalle adicional. El general Kelly fue clave a la hora de reforzar la seguridad fronteriza de México con Guatemala para evitar la hemorragia de niños refugiados que han desbordado los puestos fronterizos de EU desde el verano de 2014.
Precisamente, la crisis de los niños refugiados que salían desde Centroamérica, huyendo de la violencia criminal, del caos y anarquía generado por los carteles de la droga, de la pobreza endémica, de la exclusión social y de las pandillas, envalentonó a un nutrido grupo de “halcones” que exigieron a México el reforzamiento de su frontera.
Kelly fue el encargado de culminar con esa misión, mientras proclamaba que la falta de seguridad de esa frontera entre México y Guatemala representaba una “amenaza existencial” para EU.
Para Tom Jawetz, quien es el vicepresidente de políticas migratorias del Center For American Progress (CAP), la designación de Kelly como futuro responsable de DHS levanta muchos recelos y suspicacias ya que de sus decisiones dependerá la construcción del Muro, la posible expulsión de más de 11 millones de personas y la posible revocación del programa de acción diferida conocido como DACA que hoy protege a más de 740 mil jóvenes, todos ellos hijos de indocumentados, que son conocidos como Dreamers.
“Necesitamos avanzar, no retroceder” en la solución a la crisis de la inmigración indocumentada, advirtió Jawetz en alusión a una posible marcha atrás en muchas de las decisiones que adoptó la administración Obama para proteger a millones de indocumentados que hoy se encuentran en la mira de Donald Trump y de su próximo Secretario de Seguridad Interna.
Una última consideración: hacia fines de 2012, en medio de una ola de escándalos de abusos sexuales, infidelidades matrimoniales y filtración de documentos clasificados que salpicaron a generales y militares de alto rango, el entonces Secretario de Defensa, Leon Panetta, impulsó la creación de una “comisión ética” para tratar de descubrir las razones de esta degradación de la fibra normal en el seno de las fuerzas armadas.
Aunque la información de este comité nunca se hizo pública, muchos ciudadanos tenían una idea clara de lo que había ocurrido con el caso de estos generales, entre ellos David Petraeus: para una inmensa mayoría, los casos de militares embriagados de poder y egos insuflados era una historia tan vieja como la historia misma de las fuerzas armadas y su tóxica confluencia con el poder político.
¿Veremos más casos de ex militares embriagados de poder que incurrirán en abusos en temas tan sensibles como el de la seguridad nacional y los derechos humanos de millones de indocumentados?
Sólo el tiempo nos lo dirá…
Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

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