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martes, 10 de noviembre de 2015

Carta de apoyo al Papa Francisco


Papa Francisco7  Esta carta nació dentro del II Congreso de Teología Continental realizado entre los dias 26-30 de octubre en la ciudad de Belo Horizonte (Brasil) bajo el titulo:”Iglesia que camina con Espíritu y desde los pobres” con la presencia de cerca de 300 representantes de Latinoamerica, del Caribe, de Europa, de Canada y de Estados Unidos. Este texto se divulgará en varias lenguas y por las redes sociales para reforzar el apoyo al Papa Francisco.

Los apoyos pueden ser enviados a de la Embajada de Argentina en la Santa Sede.


Carta de apoyo al Papa Francisco
Querido Papa Francisco:
En América Latina, en Brasil y en el Caribe y en otras partes del mundo somos muchos los que seguimos con preocupación la cerrada oposición y los ataques que le hacen minorías conservadoras, pero poderosas, desde dentro y fuera de la Iglesia. Perplejos, hemos presenciado algo inusitado en los últimos siglos: la toma de posición de algunos cardenales conservadores contra su modo de conducir el Sínodo y, sobre todo, la Iglesia Universal.
La carta estrictamente personal, dirigida a Usted, se filtró a la prensa, como ya había sucedido con la encíclica Laudato Si’, en clara violación de los principios de un periodismo ético.
Tales grupos conservadores postulan una vuelta al modelo de Iglesia del pasado, concebida como una fortaleza cerrada más que como «un hospital de campaña con las puertas abiertas para acoger a quien llama»; Iglesia que deberá «buscar y acompañar a la humanidad de hoy, con las puertas abiertas, ya que con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión y, en vez de ser puente, se convierte en barrera». Estas fueron sus valientes palabras.
Las actitudes pastorales del tipo de Iglesia propuesto en sus discursos y en sus gestos simbólicos se caracterizan por el amor cálido, por el encuentro vivo entre las personas y con Cristo presente entre nosotros, por la misericordia sin límites, por la “revolución de la ternura” y por la conversión pastoral. Esto implica que el pastor tenga “olor a oveja”, porque convive con ella y la acompaña a lo largo del camino.
Lamentamos que lo que más hacen tales grupos conservadores sea decir no. Queremos recordar a estos hermanos las cosas más obvias del mensaje de Jesús. Él no vino a decir no. Al contrario, vino a decir sí. San Pablo, en la segunda epístola a los Corintios, nos recuerda que “en el Hijo de Dios todo ha sido sí… porque todas las promesas de Dios son sí en Jesús” (2Cor 1,20).
En el Evangelio de San Juan, Jesús dice explícitamente: “Si alguno viene a mí yo no le rechazaré nunca” (Jn 6,37). Podía ser una prostituta, un leproso, un teólogo temeroso como Nicodemo: a todos acogió con su amor y su misericordia.
La característica fundamental del Dios de Jesús, “Abba”, es su misericordia sin límites (Lc 6,36) y su amor preferencial por los pobres, los enfermos y los pecadores (Lc 5,32; 6,21). Más que fundar una nueva religión con fieles piadosos, Jesús vino a enseñarnos a vivir y a hacer realidad el mensaje central del Reino de Dios, cuyos bienes son: el amor, la compasión, el perdón, la solidaridad, el hambre y sed de justicia y la alegría de sentirnos hijos e hijas amados de Dios.
Los intentos de deslegitimar su modo de ser Obispo de Roma y Papa de la Iglesia universal, guiándose más por la caridad que por el derecho canónico, más por la colegialidad que por el ejercicio solitario del poder, serán vanos, porque nada se resiste a la bondad y a la ternura de las que usted nos da un ejemplo espléndido. Por la historia sabemos que, cuando prevalece el poder, desaparece el amor y se extingue la misericordia, valores centrales de su predicación y de la de Jesús.
En este contexto, ante la nueva fase planetaria de la historia y las amenazas que pesan sobre el sistema-vida y el sistema-Tierra, valientemente señaladas en su encíclica Laudato Si’ sobre “el cuidado de la Casa Común”, queremos cerrar filas a su alrededor y mostrar nuestro total apoyo a su persona y a su ministerio, a su visión pastoral y abierta de Iglesia y a la forma carismática por la cual hace que sintamos nuevamente a la Iglesia como nuestro hogar espiritual. Y hay mucha gente de otras iglesias y religiones y del mundo secular que lo apoyan y lo admiran por su manera de hablar y de actuar.
No carece de significado el hecho de que la gran mayoría de los católicos viva en las Américas, en África y en Asia, donde se constata una gran vitalidad y creatividad en diálogo con las distintas culturas, mostrando múltiples rostros de la misma Iglesia de Cristo. La Iglesia católica es hoy una Iglesia del Tercer Mundo, pues sólo el 25% de los católicos vive en Europa. El futuro de la Iglesia se juega en estas regiones donde el Espíritu sopla con fuerza.
La Iglesia Católica no puede ser rehén de la cultura occidental, que es una cultura regional, por grandes que sean los méritos que haya acumulado. Es necesario que se desoccidentalice, abriéndose al proceso de mundialización que favorece el encuentro de culturas y caminos espirituales.
Querido Papa Francisco: usted participa del destino del Maestro y de los apóstoles, que también fueron malentendidos, calumniados y perseguidos.
Pero estamos tranquilos porque sabemos que usted asume tales tribulaciones según el espíritu de las bienaventuranzas. Las soporta con humildad. Pide perdón por los pecados de la Iglesia y sigue los pasos del Nazareno.
Queremos estar a su lado, apoyarle en su visión evangélica y liberadora de la Iglesia, darle coraje y fuerza interior para actualizarnos, con palabras y gestos, la tradición de Jesús hecha de amor, de misericordia, de compasión, de intimidad con Dios y de solidaridad con la humanidad que sufre.
En fin, querido Papa Francisco, siga mostrándonos a todos que el evangelio es una propuesta buena para toda la humanidad, que el mensaje cristiano es una fuerza inspiradora en el “cuidado de la Casa Común” y generadora de una pequeña anticipación de una Tierra reconciliada consigo misma, con todos los seres humanos, con la naturaleza, y en especial con el Padre, que ha mostrado tener características de Madre de infinita bondad y ternura. Al final, podremos decir juntos: “todo es muy bueno” (Gn 1,31).

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