Consciente del catastrófico legado que Antonio María Rouco Varela dejó a la Iglesia tras los 12 años en los que impuso su férrea doctrina (según el CIS, tan sólo el 4,9% de los españoles participa activamente en alguna parroquia), el nuevo arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, se afana en marcar distancias con su antecesor al frente del arzobispado de Madrid.
Los gestos de Osoro
Como ejemplo, basta con resaltar la decisión adoptada por Osoro de eliminar las concentraciones en la plaza de Colón para clamar contra el matrimonio homosexual o la ley del aborto. Tal y como avanzó ELPLURAL.COM, el nuevo arzopispo de Madrid decidió sustituir estas manifestaciones por una jornada en la que el prelado se encontró en la catedral de La Almudena con las familias, con las que mantuvo cordiales charlas y a quienes estrechó la mano, dejando de lado la costumbre del beso reverente de los fieles al que acostumbran los obispos.
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