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viernes, 17 de octubre de 2014

Nadie puede detener la primavera en primavera José Manuel Vidal


La revolución de Francisco será un éxito, porque es obra del Espíritu
El Sínodo llega a su ecuador. Termina la primera semana, con fuerte discusión entre los partidarios de la doctrina y de la Iglesia aduana vs los partidarios de la misericordia y de la Iglesia hospital de campaña. Müller y Kasper frente a frente, con todo lo que representan. De la teología doctrinaria a la teología de rodillas. Una lucha teológica a brazo partido…pero nadie puede detener la primavera en primavera.


Con su maestría habitual y tras plasmar cuatro posibles talantes sinodales, el jesuita Juan Masiá, uno de los mejores expertos mundiales en bioética, concluye así:
“No basta la compasión pastoral, sin cambio doctrinal. Hace falta evolución en doctrina. La unión indisoluble no es propiedad del matrimonio sacramental sino promesa de tarea a realizar, que no siempre se logra. El “sí” de los novios no es “abracadabra” que produzca mágicamente vínculo. Es promesa de un proceso de crearlo. Los más avanzados hablan de acogida pastoral, sin cambio doctrinal ni tocar la indisolubilidad absoluta. Pero hay que tocarla, no es ni de derecho natural, ni de derecho divino”…Porque nadie puede detener la primavera en primavera.

En el Sínodo, Müller y los suyos comienzan ya a quejarse…olfatean que nadie puede detener la primavera en primavera.
Desde la llegada de Francisco al solio pontificio, los capos de la Curia, liderados por Sodano y la vieja guardia italiana, ponen palos en la revolución tranquila de Bergoglio…pero, por mucho que se resistan, saben que nadie es capaz de detener la primavera en primavera.
Algunos creyentes más ideologizados se enfurecen por la llegada de aire fresco a la Iglesia. Están que trinan por los gestos y los hechos de Francisco. No aguantan su testimonio de normalidad y su pontificado de misericordia y ternura. Y tratan de tirarle piedras o chinitas (como la de los que llegan a afirmar que su elección ha sido ilegítima), porque…temen que nadie es capaz de detener la primavera en primavera.
En muchos países, incluida nuestra España, algunos obispos continúan con sus inercias de obispos-príncipes, señores del rebaño, reculan ante un Papa que los deja en evidencia en su forma de pensar y, sobre todo de vivir. Pero están tristes y desolados, porque…saben que nadie puede detener la primavera en primavera.
Algunos movimientos neoconservadores están a la expectativa, sin mover ficha, para no arriesgar. Y porque estaban convencidos que lo de Francisco es una tormenta de verano, pero se dan cuenta, con el paso del tiempo, que…nadie puede detener la primavera en primavera.
La revolución de Francisco marcha adelante en alas de la sinodalidad y del apoyo del pueblo de Dios, que está con Francisco a muerte, en un referendum bisemanal de miércoles y domingo en la plaza de San Pedro…porque nadie puede detener la primavera en primavera.
Los pobres del mundo (todos los pobres del mundo, desde los tirados, enfermos, angustiados, desahuciados, parados, sin pan ni dignidad) miran al Papa como su ancla de salvación y su esperanza. Quieren que sus gritos sacudan la conciencia del sistema que crea indignidad, porque creen que…nadie puede detener la primavera en primavera.
La gente sencilla mira a Francisco como un referente, una autoridad moral, un ejemplo de líder cercano, sencillo, austero, ético, que predica con el ejemplo. Y la gente piensa, esperanzada: ¿Si el Papa lo puede hacer, si la Iglesia consiguió el cambio, por qué los políticos no van a poder? ¿Por qué no exigirles lo mismo? Es el efecto contagio del franciscanismo. Porque…nadie puede detener la primavera en primavera.
La revolución de Francisco será un éxito, porque es una revolución espiritual y obra del Espíritu. Y, aunque Francisco se rompa (¡Dios no lo quiera!) o lo maten (corren rumores en Roma de posibles atentados contra él), el camino está iniciado, la tendencia está marcada y destinada a cuajar, porque…nadie puede detener la primavera del Espíritu en eterna primavera.

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