El año pasado, pasé el primero de Mayo en Berlín. Me llamó la atención que todo el mundo al que le comentaba que iba a estar allí me decía que les daba mucha envidia y que lo iba a disfrutar. Me extrañaba mucho al estar acostumbrado a que los primeros de Mayo que había vivido consistían en ir a una de las varias manifestaciones que se organizaban, con mayor o menor éxito de convocatoria. Sin más.
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