El jesuita brasileño, hombre de diálogo y respeto
Murió hoy en Curitiba, capital del estado de Paraná, en el sur de
Brasil, el jesuita João Batista Libanio, uno de los referentes de la
Teología de la Liberación en Brasil y en el mundo. Hombre de profunda
cultura, aspecto heredado de su padre, de diálogo y respeto, que
desempeñó diferentes funciones y realizó diversas misiones a lo largo de
su vida: colegio, universidad, misiones populares, trabajo intelectual,
director de estudios del Colegio de Seminaristas Brasileños en Roma,
profesor de teología, párroco…
Siempre se sintió profundamente
latinoamericano y muy unido a la Teología de la Liberación. De hecho
decía que no había estudiado teología para ser profesor de una
universidad europea. Para él hacer teología aquí era otra cosa, no es
encerrarse estudiando en un despacho, es sumergirse en la realidad
pastoral y a partir de ella pensar la teología, a partir de una visión
crítica de la realidad, cuestión ésta muy marcada en su personalidad.
Por eso, después de diez años en Roma, a la vuelta se dedicó a
moverse por Brasil y el continente latinoamericano, considerando esta
etapa de su vida como años muy enriquecedores, que le llevaron a
penetrar en la realidad latinoamericana. Es en esta época que entra a
formar parte del grupo de teólogos ligados a la Teología de la
Liberación, con su primo Frei Betto, Leonardo Boff, Carlos Mesters,
Beozzo, entre otros.
Después de eso se asentó en Vespasiano, Minas Gerais, donde tuvo la
felicidad de encontrar una parroquia viva y prestar su servicio a la
comunidad, pues él decía que la pastoral se alimenta de la teología y me
alimenta la teología, en una circularidad que enriquece.
Definía la vida jesuítica como excelente oportunidad para una buena
formación espiritual e intelectual, para después salir al mundo a
realizar la acción apostólica con amplia libertad, conjugando la misión
recibida de los superiores con la creatividad y originalidad, ayudando
así al crecimiento interior espiritual de las personas, lo que suponía
para él la mayor fuente de felicidad para el ser humano. Esta tarea la
llevaba a cabo en sus múltiples libros y artículos, homilías, charlas,
retiros (murió de un infarto fulminante dando un retiro a profesores).
Todo esto como instrumento de Dios, pues consideraba que el Señor Jesús,
se aprovecha de nuestras pequeñas y simples palabras para hacer avanzar
su Reino.
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