Enviado a la página web de Redes Cristianas
Maestro,
amigo y colega. Estas tres palabras resumen mi relación con Carlos
París durante más de treinta años. Comenzó a finales de la década de los
70 del siglo pasado en que inicié mis estudios de filosofía en la
Universidad Autónoma de Madrid. Allí seguí sus clases de Antropología
Cultural en la licenciatura, sus lecciones sobre la Técnica en Ortega y
Gasset y Heidegger en los cursos de doctorado y, bajo su dirección, hice
la tesis doctoral sobre la filosofía utópica de la religión en el
pensador alemán Ernst Bloch.
Recuerdo que cuando le propuse el tema
de la tesis me comentó: “Perfecto. Coincide con mi actitud vital, ya que
soy un creyente con esperanza pero sin fe”. Yo le recordé entonces la
afirmación de Bloch: “La razón no puede florecer sin esperanza. La
esperanza no puede hablar sin razón”. Desde entonces razón y esperanza
han sido las claves intelectuales de nuestra sintonía.
Mi relación con Carlos París se ha mantenido viva y activa hasta el
final. El año pasado me invitó a intervenir, junto con Jacob Muñoz,
Pedro López Arriba y él mismo, en la presentación de la segunda edición
de su libro Ética radical. Los abismos de la actual civilización, una de
las más lúcidas y creativas contribuciones a la ética, que cuestiona
los límites y ocultamientos de las morales tradicionales, dilata el
horizonte de la filosofía moral y las responsabilidades humanas a otros
campos que no son separables de lo humano, como la ciencia, la técnica,
la naturaleza, etc., e incorpora la crítica del capitalismo y de la
política liberal. El libro completa la trilogía iniciada con Crítica de
la civilización nuclear y continuada con El animal cultural. Biología y
cultura en la realidad humana (1994), tres obras mayores de la filosofía
española y latinoamericana del siglo XX y principios del siglo XXI.
En un texto antológico de Ética radical describe así lo que es para
él la reflexión filosófica: “La filosofía que profeso parte del grito,
del lamento, de la encrespada protesta ante la injusticia del mundo que
vivimos. Si Aristóteles afirmaba que la Filosofía nace de la admiración,
yo diría que también mi filosofar parte de la admiración, pero no solo
de la que suscita la contemplación de los cielos, sino de la que brota
ante el heroísmo de tantos hombres y mujeres que, incansables, dieron su
vida, luchando por el reino de la libertad y la hermandad universales. Y
el pensamiento que se levanta, a partir del grito y de la admiración no
quiere reducirse a contemplar el mundo, sino que aspiración a
contribuir a su radical transformación”.
La vida de Carlos París fue el mejor ejemplo de esa manera de
entender la filosofía que logró superar oda tendencia idealista. En su
vida se dan cita la teoría y la práctica, la militancia política y la
reflexión filosófica, la creación literaria y el pensamiento crítico, la
interpretación y la transformación de la realidad histórica, conforme a
la tesis 11 de Marx sobre Feuerbach: “Hasta ahora los filósofos se han
limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata
es de transformarlo”. Tomando prestada la segunda parte del título de
uno de sus libros más emblemáticos, su vida bien puede definirse como
“existencia auténtica”, bajo la guía del altruismo que él entiende como
“el refuerzo mutuo entre el yo y el otro, en una sinergia en que ambos
se potencian”.
Cuando seguía sus clases en la Autónoma, me venía a la mente la idea
de Kant sobre el profesor de filosofía. El buen profesor de filosofía,
decía el filósofo de Königsberg, no es el que enseña la historia de la
filosofía, sino el que enseña a filosofar. Carlos París encarnó esta
idea de Kant en su magisterio de manera ininterrumpida durante más de
sesenta años.
Gracias, Carlos, por enseñarme a filosofar. ¡Adiós! Tu discípulo, amigo y colega.
Juan José Tamayo fue discípulo de Carlos París. Actualmente es director
de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones en la
Universidad Carlos III de Madrid y autor de Invitación a la utopía.
Estudio histórico para tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 1012) y de
Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta,
Barcelona, 2013)
Intervención en el Ateneo de Madrid en la capilla ardiente. 3 de febrero de 2014
Publicada en el diario EL PAÍS, 4 de febrero de 2104
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