El Papa Francisco implementó una serie de cambios en la Iglesia de
Brasil, país al que visitó en 2013, dirigidos a fortalecer las
comunidades de base, al tiempo que restó espacio a algunos obispos de
tendencia conservadora y recompuso las relaciones con el gobierno de la
presidenta Dilma Rousseff, señalaron académicos y religiosos.
En menos de un año como Pontífice el
argentino Jorge Mario Bergoglio ha puesto en marcha algunas reformas que
“llevan su sello”, como el haber enviado una carta a un reunión,
realizada por las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), observó Pedro
Ribeiro de Oliveira, profesor de Religión en la Universidad Católica de
Minas Gerais.
La reunión de unos 5.000 miembros de las CEB, históricamente
influencias por la Teología de la Liberación, se realizó entre el 5 y el
11 de enero pasados en el estado de Ceará, uno de los más pobres de
Brasil.
“Es un gesto importante porque es la primera vez que un Papa se abre
así a las CEB, donde se comparte la idea de una Iglesia liberadora”,
opinó el monje benedictino Marcelo Barros.
Semanas antes de la cita de las CEBs, una entidad ligada al Vaticano,
invitó al jefe de Movimiento de los Campesinos Sin Tierra, Joao Pedro
Stédile, a participar en un seminario sobre pobreza y exclusión en Roma.
Pensadores de la Teología de la Liberación, como el ex sacerdote
franciscano Leonardo Boff y el fraile dominico Frei Betto, han expresado
elogios sobre el Papa, su influencia favorable en el movimiento
religioso ligado a la población humilde y el buen diálogo con la
presidenta Rousseff.
Las relaciones entre el gobierno brasileño y el Vaticano
experimentaron un acercamiento desde la llegada del nuevo Pontífice, que
fue visitado por Rousseff en marzo de 2013.
Rousseff volvió a reunirse con el Papa dos veces en julio pasado,
cuando éste permaneció durante una semana a Rio de Janeiro donde
encabezó la Jornada Mundial de la Juventud, cerrada con una misa
multitudinaria, en su primera gira internacional.
El Papa también adoptó algunas decisiones que afectaron la jerarquía
eclesiástica brasileña, como la elevación a cardenal del arzobispo de
Rio de Janeiro, Orani Tempesta, y la separación de su cargo en la
comisión que auditaba el Banco del Vaticano, del arzobispo de Sao Paulo,
Odílio Scherer.
Rousseff, cuya agenda internacional en 2014 será acotada debido a las
elecciones presidenciales, volverá a la Santa Sede este mes para
participar de la ceremonia en que Tempesta será creado cardenal por
Francisco, en otro gesto de aproximación, publicó hoy el diario O Globo.
En tanto, observadores estiman que Odílio Scherer, un religioso
considerado próximo al papa emérito Benedicto XVI, que lo creó cardenal,
habría perdido espacio dentro la estructura de poder de la Conferencia
Nacional de Obispos de Brasil, luego de que Francisco anunció, el mes
pasado, su salida del organismo que vigila el Banco del Vaticano.
Otro arzobispo tenido como conservador es Murilo Krieger, jefe de la
arquidiócesis de Salvador de Bahia, quien también estuvo ligado al
anterior papa Joseph Ratzinger.
Generalmente el arzobispo de Salvador es creado cardenal, una
tradición que no fue tomada en cuenta por Francisco, lo cual fue una
medida “sintomática y que parece sintonizar con la comunidad católica de
esa ciudad que desea un purpurado más progresista”, opinó el profesor
Ribeiro de Oliveira.
Está previsto que esta semana las 12 diócesis del estado nordestino
de Maranhio realicen movilizaciones callejeras para expresar su repudio a
la violencia. El arzobispo de Sao Luiz de Maranhio, capital estadual,
José Belisario, confía en que esta convocatoria estimule la relación de
las parroquias con sus fieles.
“La llegada de Francisco marca un gran momento porque la Iglesia
estaba un poco ausente en los últimos tiempos y este Papa con su gran
simplicidad sacó a la Iglesia de su inmovilismo”, señaló Belisario a la
revista Carta Capital de este domingo.
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