“¡Pobre gente! ¡Pobre gente! No damos de comer el pan de la vida; damos pasto envenenado”
Los escándalos en la Iglesia suceden porque no hay una relación viva con Dios y con su Palabra. Así, los sacerdotes
corruptos, en vez de dar el pan de la vida, dan un pasto envenenado al
santo Pueblo de Dios: así lo ha afirmado Papa Francisco en su homilía de
la mañana, durante la misa presidida en Santa Marta, el mismo día en
que la Santa Sede reconocía la existencia de abusadores entre miembros
de clero en su comparecencia ante Naciones Unidas.
Comentando la lectura del día y el salmo
responsorial, que relatan una dura derrota de los israelitas de la mano
de los filisteos, el Papa observa que el Pueblo de Dios en aquella
época había abandonado al Señor. Se decía que la Palabra de Dios era
“rara” en ese tiempo. El viejo sacerdote Eli era un “tibio” y sus hijos
“corruptos, que asustaban al pueblo y lo maltrataba”. Los israelitas
para combatir contra los filisteos utilizan el arca de la alianza, pero
como una cosa “mágica”, “una cosa externa”. Y son derrotados: el arca es
tomada por los enemigos. No hay fe verdadera en Dios, en su presencia
real en la vida:
“Esta cita de la Escritura nos hace pensar en cómo es nuestra
relación con Dios, con la Palabra de Dios: ¿es una relación formal? ¿Es
una relación lejana? ¿La Palabra de Dios entra en nuestro corazón,
cambia nuestro corazón, tiene este poder o no, es una relación formal,
todo bien? ¡Pero el corazón está cerrado a esa Palabra! Y nos lleva a
pensar en muchas derrotas de la Iglesia, a tantas derrotas del Pueblo
de Dios, sencillamente porque no escucha al Señor, no busca al Señor,
¡no se deja encontrar por el Señor! Y después de la tragedia, la
oración, esta: ”Pero Señor ¿Qué ha pasado? Has hecho de nosotros el
desprecio de nuestros vecinos. El desprecio y la burla de los que nos
rodean. Nos has hecho refrán de los gentiles, nos hacen muecas las
naciones”.
El Papa se refiere a los escándalos de la Iglesia:
“¿Pero nos avergonzamos? Muchos escándalos que no quiero mencionar de
forma individual, pero que todos sabemos… ¡sabemos dónde están!
Escándalos, algunos que han hecho pagar mucho dinero:
¡Está bien! Se debe hacer así.. ¡La vergüenza de la Iglesia! ¿Pero nos
hemos avergonzado de las derrotas de sacerdotes, obispos, laicos? La
Palabra de Dios en esos escándalos era rara, en esos hombres y mujeres
¡la Palabra de Dios era rara! ¡No tenían un vínculo con Dios! Tenían una
posición en la Iglesia, una posición de poder, incluso de comodidad.
Pero la Palabra de Dios, ¡no! ”Pero, yo tengo una medalla!; ”yo llevo la
Cruz”… ¡Igual que estos llevaban el arca! ¡Sin la relación viva con
Dios y con la Palabra de Dios! Me viene a la mente la Palabra de Jesús
para los que provocaban los escándalos… y aquí el escándalo llegó: toda
una decadencia del Pueblo de Dios, hasta la debilidad, la corrupción de
los sacerdotes”.
Papa Francisco concluye la homilía dirigiendo su pensamiento al
Pueblo de Dios: “¡Pobre gente! ¡Pobre gente! No damos de comer el pan de
la vida; no damos de comer, en esos casos, ¡la verdad! Damos de comer
pasto envenenado, muchas veces. ”Despierta, ¡por qué duermes Señor!”.
Qué esta sea nuestra oración! ¡Despierta!¡No nos rechaces para siempre!
¿Por qué escondes tu rostro? ¿por qué olvidas nuestra miseria y
opresión?” Pidamos al Señor no olvidarnos nunca de la Palabra de Dios,
que está viva, que entre en nuestro corazón y que no olvidemos nunca al
santo pueblo fiel de Dios, ¡que nos pide pasto fuerte!”.
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