Espero
equivocarme, pero los legionarios podrían perder una oportunidad única
de refundarse o renovarse a fondo con un nuevo carisma religioso y un
proyecto eclesial evangélico moderno. Es lo que está en juego en este
capítulo general que se realiza en Roma. Los legionarios son la primera
gran prueba para el papa Francisco, quien es el responsable último del
rumbo que tome esta controvertida orden religiosa. Los legionarios
tuvieron una notoria expansión bajo el pontificado de Juan Pablo II y la complicidad de su curia romana, que fue sobornada por los excesos repugnantes de Marcial Maciel, así como la condescendencia permisiva de su primer círculo.
El capítulo general extraordinario que
se inició el 8 de enero pasado está dominado por actores vinculados a
Marcial Maciel. De los 61 delegados participantes, 42 fueron elegidos
por los legionarios y 19 participan en virtud del cargo. El capítulo
tiene dos objetivos principales: la elección de sus nuevos superiores y
la aprobación de las nuevas
constituciones. Dicho proceso deberá ser validado por el actual
pontífice, Mario Bergoglio. Los hechos indican que habrá muchos cambios
para que todo siga igual.
Hay que recordar que el
actual capítulo extraordinario de supuesta refundación es resultado de
las conclusiones de una comisión que el papa Benedicto XVI encargó a
cinco obispos en una investigación, conocida como “visita apostólica”,
entre 2009 y 2010. Estos visitadores fueron Charles J. Chaput, Ricardo
Watty Urquidi, Ricardo Ezzati, Giuseppe Versaldi y Ricardo Blázquez
Pérez, quienes contactaron más de 120 comunidades legionarias en todo el mundo.
En el comunicado oficial de la Santa Sede sobre la visita, mayo de
2011, se establece que hay “la necesidad de redefinir el carisma de la
congregación de los legionarios de Cristo, preservando el núcleo
verdadero, el de la militia Christi, que caracteriza la actividad
apostólica y misionera de la Iglesia y que no se identifica con la
búsqueda de la eficiencia a toda costa”.
A partir de entonces el Vaticano interviene la congregación y
Benedicto XVI nombra a un delegado suyo, Velasio de Paolis, quien era en
ese momento presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de
la Santa Sede, con lo que se aseguraba no sólo la transición, sino el
análisis de una de las dimensiones más controvertidas de la legión: su
imperio financiero.
Durante estos tres años, más de 150 legionarios han desertado de la
congregación. La mayoría son considerados reformadores y críticos de la
prevalencia macielista. Entre los sacerdotes que abandonaron la orden
están los hermanos Oriol, españoles, quienes dieron sus vidas y
cuantiosas fortunas a la causa, junto con más de 50 religiosas
consagradas. De dicha fuga fue responsable Velasio de Paolis, quien, a
un año de haber asumido la conducción de la orden, fustigó duramente a
los “disidentes” que pugnaban por cambios de fondo y promovían actitudes
críticas a las inercias macielistas. De Paolis argumentó que generaban
división y tensiones internas inaceptables.
La prensa internacional se ha ido con la cortina de humo del “perdón
público” que pediría la orden a las víctimas. Ya se hizo en 2010. Sin
embargo, los fondos van hacia bajar las expectativas de una verdadera
renovación. En entrevista reciente, redefine la búsqueda del carisma:
“Sólo que nosotros hemos preferido –yo principalmente– que, más que
hablar de carisma, que es una palabra un poco problemática, se siga el
código que habla de patrimonio, del patrimonio del instituto, es decir,
de los elementos institucionales, porque si nos detenemos en el carisma
en cuanto momento frontal y espiritual, nos encontramos con
dificultades”. De Paolis matiza el mandato y es regresivo sobre los
planteamientos que demandaron los “visitadores” el 1º de mayo de 2011. Y
aún más cuando De Paolis diagnostica a la orden aseverando:
“Encontramos problemas de orden económico, porque los legionarios no son
tan ricos como se piensa: la situación económica había empeorado, tanto
a nivel mundial por la crisis financiera como a nivel institucional
para ellos, porque la fama perdida había disminuido los estudiantes en
sus colegios y por tanto sus ingresos económicos”.
Esto contradice frontalmente los testimonios y declaraciones de ex
legionarios, quienes han descrito todo el complejo andamiaje del imperio
financiero de los legionarios. Con testimonios del ex legionario José
Blum Pérez, el periodista Raúl Olmos tituló su artículo “La mafia
financiera de los legionarios de Cristo” ( Emmequis, junio de 2013), en
el que destacaba que en 2012, por concepto de donativos, los legionarios
habían recaudado ¡más de 2 mil 600 millones de dólares! Y que pese a la
crisis institucional la estructura financiera seguía intacta.
Las señales iniciales son malas para una renovación profunda de una
orden religiosa, y que ha sido una de las hebras cancerosas del enorme
desprestigio de la Iglesia católica no sólo por los abusos sexuales,
sino por la continua hipocresía de encubrimiento e impunidad con la que
se han manejado. Los legionarios requieren de cambios profundos acordes a
la vida religiosa actual. Precisan una restructuración de fondo, una
reingeniería que implica, en mi opinión, tres grandes apartados: a) un
contundente deslinde de Maciel y absoluta conversión hacia las víctimas;
b) hasta hoy los legionarios todavía funcionan como una “secta
católica”, al mantener el culto a la personalidad, el secreto, la
obligatoriedad, la disciplina férrea y secretista de manejo discrecional
de las cúpulas, especialmente de los recursos financieros que tienen, y
c) construir un verdadero diseño religioso que sustituya el modelo
“religioso-empresarial”, es decir, un modus operandi sustentado en el
lucro, la obtención de recursos a toda costa y la primacía de las
ganancias. Demoler esa concepción aberrante y utilitarista de Maciel,
quien decía que no había mejor negocio que los pobres, filosofía que
siguen el Teletón, Compartamos y decenas de organizaciones legionarias
que lucran con la pobreza social.
Para muchos observadores la renovación de los legionarios será una
manera de medir la fuerza real que tiene el papa Francisco para
propiciar cambios profundos en la Iglesia. Ante los legionarios, tiene la última palabra.
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