Redacción de Atrio, 19-Enero-2014
Me pide Rodrigo Olvera desde México, en el buzón de ATRIO, que publique
la entrevista que me hizo el director de la revista del clero de
Valencia CRESOL. Lo hago con gusto, señalando que lo que digo en mi
última respuesta sobre mi arzobispo lo reafirmo con creces aquí: tanto
en lo que se refiere a mis sentimientos de amistad y estima de su buena
voluntad, como respecto a las dudas sobre lo acertado de su actitud real
con los poderosos, los pobres y los disidentes de su diócesis. AD.
Desclericalizando la Iglesia
Cresol, nº 118, Enero 2014.
Le hemos pedido a D. Antonio Duato, que nos ayude con sus respuestas a
aplicar la hoja de ruta que el Papa Francisco quiere para la nueva
“primavera” de la Iglesia.
- D. Antonio: ¿Qué podríamos hace en la diócesis –con todas las instituciones de la Comunidad Valenciana– ante la “Campaña contra el hambre en el mundo”, lanzada por nuestra Caritas Internationalis impulsada con todo el apoyo por el Papa Francisco?
Es indudable que no se trata solo de recoger dinero y hacer limosnas, sino, sobre todo,
de cambiar de mentalidad y hacerse pobre con los pobres. La Iglesia
universal y la Iglesia de Valencia deben convertirse, hacer penitencia,
meta-noia. Y como signo de este arrepentimiento, siguiendo la
recomendación de los santos
padres y de la Octogessima adveniens, desprenderse de algunos objetos de
oro y plata que posee, con frecuencia arrinconados, para dar de comer a
los millones de hambrientos. ¡Este sería un buen testimonio de
evangelización!
- ¿Qué se le podría pedir a Caritas diocesana para que esta noble Campaña fructifique de la mejor forma posible?
Creo que lo que tiene más claro el papa Francisco es estimular el
paso de la mentalidad capitalista neoliberal que invade el mundo
–incluida la Iglesia– y que produce exclusión y muerte a dignificar a
todas las personas humanas y a todas las familias para que tengan lo que
necesitan para vivir: alimentos, casa, trabajo para los jóvenes,
cuidado para los ancianos. Caritas debe ser la promotora de esta una
nueva mentalidad entre todos los
fieles y ante las instituciones públicas. No debe ser sólo una medalla
que luzca la Iglesia en esta crisis. Debe, como ya hace, desvelar
crudamente la realidad de la pobreza y promover campañas del tipo de la
0’8 que está aún sin cumplir.
- La Iglesia, según Francisco, no es para los “perfectos”,
sino para los pecadores. ¿Qué consecuencias extrae Ud. de esta
afirmación para la vida de los casados?
Creo que el realismo y la misericordia universal que preside el
pontificado de Francisco va a llevar necesariamente a suprimir barreras
en las que se encerraba una
Iglesia en camino hacia el gueto, como dijo Rahner. El matrimonio es un
sacramento, signo revelador de la presencia de Dios, cuando hay amor
conyugal verdadero entre dos personas, no cuando lo digan o dejen de
decir los tribunales eclesiásticos. Si no hay amor, ¿qué queda del
sacramento? Personalmente creo que el nuevo sínodo que va empezar este
año 2014 y acabará el 2015 (¿un primer miniconcilio?), abrirá las
puertas a muchos verdaderos matrimonios sin papeles. Y que el
matrimonio, la vida conyugal amorosa de dos personas sin necesidad de
campanas protectoras y ritos sacralizantes, deje de ser en la Iglesia
algo para la tropa.
- ¿Y para los célibes?
El celibato como opción libremente elegida o aceptada no puede quedar
–de esto ha hablada también Francisco– en una egoísta soltería sino en
una entrega mayor a la comunidad y a los pobres. En mis largos años de
trato con sacerdotes y religiosas en nuestra diócesis he encontrado,
junto con tristes vidas mutiladas y reprimidas, destinadas a la
infertilidad total, ejemplos maravillosos de entrega amorosa real, sin
campanas aislantes y distanciadoras, a la misión del Reino y al
acompañamiento de las personas más necesitadas. Pienso, por ejemplo en
Pepe Vila y Vicente Amargós, que fueron pioneros al iniciar la JOC en
Valencia en 1953.
- Francisco quiere reformar las estructuras eclesiásticas:
descentralización, colegialidad y sinodalidad. Concretamente, ¿qué
cambios para el nombramiento de obispos?
Esta es la parte del proyecto de Francisco a la larga más
revolucionaria y, por otra parte, una mera aplicación del Vaticano II,
tanto en la letra como en el espíritu. Del Concilio y del decreto de
aplicación jurídica –el motu proprio Ecclesiae Sanctae– ¿qué ha quedado,
con verdadero espíritu de corresponsabilidad? ¿Acaso el consejo
presbiteral o los consejos pastorales en sus diversos niveles? Creo que
el centralismo romano y los diocesanos frenaron la renovación del
concilio. ¿Logrará vencer Francisco esta tradicional fuerza centrípeta,
que se excusa con la necesidad de la unidad, y fundar la unidad del
catolicismo en una sinodalidad que, al fin y al cabo, es el nombre
antiguo de la verdadera democracia o de una comunidad de personas
adultas que comparten y celebran la fe? Este sí sería otro gran signo
para el mundo. Necesita para ello, en estos años de que dispone,
personas que crean en este tipo de Iglesia para cubrir cargos en Roma y
en las diócesis. Y no lo tiene fácil pues llevamos muchos años en que
la elección de obispos se ha hecho primando más la obediencia ciega que
la inteligencia y el olfato de realidad. El que los líderes del pueblo
de Dios no sean elegidos desde lo más alto, con procedimientos secretos,
sino con participación de la base y de los otros obispos, se impone,
pero en un segundo tiempo.
- ¿En qué frentes necesitamos activar la corresponsabilidad de los laicos en la Iglesia de Valencia?
En todos, pero que sigan siendo laicos de verdad, no acólitos de amén.
- ¿Cómo se le podría dar en nuestra diócesis un mayor protagonismo a la mujer, para el gobierno de la diócesis?
Desclericalizando la Iglesia, sobre todo. No hay que esperar a que
cambien los límites ahora establecidos para que la mujer pueda ser
sujeto pasivo y activo de todos los sacramentos, como persona bautizada
que es. Pero ya ahora: ¿por qué de hecho el órgano responsable último de
una parroquia no puede ser un consejo pastoral, presidido, por
elección, por una mujer?
- Para que la Iglesia oficial sea la voz de los sin voz que están encerrados en el CIE de Zapadores, ¿qué tendríamos que hacer?
Hay ya católicos muy presentes en este vergonzoso tipo de nuevos
campos de concentración. Creo que si nuestro Arzobispo quiere oler a
oveja, lo primero que tendría que hacer es hablar con quienes,
cristianos o no, se han implicado en esta causa e ir a visitar
personalmente la Lampedusa valenciana.
- Una Iglesia libre frente a los poderes del mundo político valenciano, ¿qué denuncia profética le es propia?
Para ser profeta lo más importante es no depender de las autoridades
civiles y escuchar claramente la Voz de quien nos revela el clamor de su
pueblo que sube hasta Él. Cuando llegó don Carlos Osoro a Valencia, la
diócesis acababa de salir de un episodio público de vinculación entre la
Iglesia y los poderes públicos valencianos que superaba las
manifestaciones más extremas del nacionalcatolicismo franquista. El
Congreso Internacional de la Familia Valencia 2006, en la elección del
sitio, en el cálculo de asistentes, en el encuadre dentro de la política
de grandes eventos patrocinada por el PP, en el despliegue de medios
–desde pantallas gigantes de TV a urinarios– había sido un enorme
disparate, que aún colea en los tribunales.
, como cristiano crítico y antiguo superior de don Carlos en el
Colegio El Salvador de Salamanca, me atreví a darle dos consejos: que se
alejara lo más posible de la actual clase política dirigente de
Valencia y que escuchara la voz de los católicos críticos, con larga
historia de fidelidad cristiana en el disenso.
No pretendo juzgar sus años de servicio pastoral aquí. Pero,
conservando la amistad y respetando su inmensa buena voluntad y
esfuerzo, no sé si su empeño en la Universidad Católica (¿son de verdad
estas instituciones instrumentos de evangelización?) le habrán hecho más
dependiente, por subvenciones y privilegios, a la derecha política ni
si su inédita asistencia anual a la inauguración del Fórum Cristianisme i
mon d’avui habrán constituido suficiente diálogo del pastor con su
pueblo más inquieto. Pero, en cualquier caso por ahí –libertad real y
escucha del pueblo– van los caminos del profetismo hoy.
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