Enviado a la página web de Redes Cristianas
Lo digo a título informativo, no de corrección. Es decir, expongo mi
opinión, y daré los motivos de la misma, pero no pretendo afirmar, ni
siquiera insinuar, que mi manera de pensar es más exacta y válida que la
del señor arzobispo. Ya respondí en una de mis primeras entregas
a un artículo suyo, en el que preguntaba, de modo retórico, con una de
esas preguntas que son en verdad una afirmación, “¿Puede un socialista
ser cristiano?” (“Sobre la pertenencia a la Iglesia”. 28/05(2008).
Y en mi artículo recordaba al futuro
purpurado cómo el concilio Vaticano II distinguía entre grados de
pertenencia a la Iglesia, que, desde luego, nada tenían que ver con
las inclinaciones políticas personales. ¿O le hubiera preguntado al
papa Pablo VI si su padre, del papa, que era un periodista socialista,
era o no católico? Pero Sebastián debe de tener alguna fijación con el
socialismo, porque hablando del aborto, pregunta no sé qué a Rubalcaba,
sin venir a cuento.
Yo no puedo saber si lo que ha sucedido es que el arzobispo emérito
de Pamplona se ha crecido con su elección para el colegio cardenalicio.
Pero en sus declaraciones se ha pasado un montón, porque por muy
cardenal que vaya a ser, y arzobispo que ha sido, no es quién para
juzgar a nadie. ¿O no dijo Jesús en el evangelio, “¿no juzguéis y no
seréis juzgados?” A no ser que se olvidara de conceder la excepción, “a
no ser que se trate de un jerarca de mi Iglesia, que sí puede juzgar”. Y
ya recordé en uno de mis últimos artículos, “ex internis non iudicat
Ecclesia” . Veamos alguna de sus declaraciones condenatorias.
“Todas las mujeres que
quieren abortar lo que buscan es quitarse del medio a sus hijos para
disfrutar de la vida”. (¡Toma ya!) O ésta otra: “El aborto es matar un
niño y nadie quiere mirar al frente. Esta hipocresía está pervirtiendo
las conciencias”. Y poco más abajo acusa a “todas las mujeres” que
interrumpen su embarazo “de una frivolidad rayana en el asesinato”. Es
increíble la facilidad con la que algunos de nuestros obispos, y yo
pensaba que Sebastián era más precavido y prudente, hablan de “de
niños”, de “seres humanos”, como si la pura biología fuera suficiente
para caracterizar realmente la existencia humana como tal, contra las
dudas fundadas de biólogos, filósofos, como Santo Tomás de Aquino,
psicólogos, y, sobre todo, legisladores, que son los encargados de establecer lo que es o no es delito. Y esto, en el tema del aborto.
Ahora veamos en el del matrimonio homosexual: “el matrimonio es una
unión entre el hombre y la mujer. Todo lo demás son deficiencias que hay
que atender y que no son el plan de Dios. La Iglesia solo responde a la
doctrina de Jesucristo, el resto no es legítimo”. Es muy osado, por
parte de Don Fernando, apelar a la doctrina de Jesucristo sobre las
uniones homosexuales, como confundir el programa matrimonial de los
romanos, o de los judíos, con el plan de Dios. ¿No dicen estos prelados
que la ley natural está inscrita en la conciencia y en el corazón de los
hombres? ¿Pues cómo es que durante milenios, algunos con la Palabra de
Dios como garante, y casi hasta nuestros días, ha habido otras formas
de matrimonio, como la poligamia, o la poliandria, en la Polinesia? ¿Es
que no funcionaba en esos casos la alerta de la ley natural, que no es
otra cosa, según ellos, que la inscripción de la ley de Dios en las
conciencias humanas?
Pero es que incluso pone en aprietos al papa Francisco, que ha
afirmado cosas como “¿quién soy yo para juzgar a un homosexual?” o, “la
Iglesia tendrá que tener en cuenta a los hijos de uniones homosexuales”,
al dar el siguiente titular a los medios: “Que nadie espere que el papa
traicione la fe ni la moral”. ¿A qué viene esto, quién puede esperar
que el Papa Francisco haga eso? Como esta otra observación, que
indirectamente parece involucrar al Papa : “Muchas voces que hablan de
cambios vienen de disidentes que quieren que la Iglesia les dé la razón,
pero nunca va a estar de acuerdo con los laicistas ni con aquellos que
quieren que la Iglesia renuncie a sus derechos”. ¿qué derecho tiene la
Iglesia que no sea anunciar el Evangelio de Jesucristo, y el Reino de
Dios, pero no el pretender sustituir a los legisladores en su labor? O,
¿es que hay jerarcas y futuros cardenales que no las tienen todas
consigo, y temen una deriva del Papa que no puedan controlar? Sebastián
habrá podido ser un buen, -¡solo eso!, nada más, teólogo-, pero estoy de
acuerdo con José Ignacio Calleja en la siguiente apreciación, al
comentar el estilo de Sebastián, y la locuacidad que demuestra por la
alegría de su nombramiento: “Cuando concreta su teología dogmática,
social y moral, es tan firme que cae en la cerrazón pura y dura”. Las
declaraciones que comento parecen avalar la veracidad de las palabras
del cura-teólogo-sociólogo.
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