Referente de la Teología de la Liberación en España, Juan José
Tamayo-Acosta ofreció ayer una conferencia en el Club de Encuentro
Manuel Broseta de Valencia.
P Usted predica la Teología de la Liberación. ¿Pero hay mayor liberación que despojarse del yugo de la religión?
R Buena parte de la vida nos la pasamos liberándonos de yugos y
presiones. El primero es la familia, con sus normas y controles. Y otro
yugo importante es la religión, que impone el control sobre la mente con
ciertos dogmas, sobre el cuerpo con su moralina sexual, y sobre las costumbres con sus rituales. En países donde la religión ha tenido poder, como España, ese yugo es mayor.
P ¿Aún es posible una Iglesia de izquierdas?
R No sólo es posible, sino que realmente existe. Porque se tiende a
confundir la Iglesia con el clero o la jerarquía. Eso es una parte minoritaria de la Iglesia y hay que
desmitificar su poder. Tienen poder, no autoridad. Porque el poder no
lo otorgan los creyentes, como ocurre en una democracia. Por eso, la
reforma de la Iglesia requiere su democratización: un creyente, un voto.
Así era el origen de la Iglesia cristiana. Los primeros obispos y papas
eran nombrados por los propios creyentes. Hay que aplicar la vieja
máxima: «Quien gobierna a todos debe ser elegido por todos».
P Si Jesús de Nazaret viera al papa Francisco, ¿qué pensaría?
R Jesús le diría: «Vas por buen camino, Francisco. Estás siguiendo los pasos
que aparecen en el Evangelio. Pero no te desvíes, no te dejes llevar
por la pompa del poder ni por corifeos y aduladores. No caigas en el
peligro del culto a la personalidad. Y no quieras hacer tú solo el
cambio en la Iglesia. Han de concurrir todos los creyentes». Porque
Jesús se escandalizaría del ejercicio del papado de los pontífices
anteriores.
P Usted fue muy crítico con Juan Pablo II y Benedicto XVI.
R Sí, porque se alejaron del Concilio Vaticano II, que puso las bases
para reformar la Iglesia y liberarla del peso y la injerencia de los
poderes públicos, y del autoritarismo. Pero ellos escogieron el camino del autoritarismo y la jerarquía, negando toda capacidad de participación de la comunidad cristiana.
P ¿Y hay mucho «Judas» de la reforma dentro de la curia vaticana?
R (Sonríe). Digamos que es el lugar donde más patologías hay dentro
de la Iglesia. Es donde más alejado se está de los principios
evangélicos de pobreza, humildad y servicio al prójimo. Allí se mueven
más por criterios de poder y control.
P Si usted fuera mujer, creería en una Iglesia que la margina y la «humilla», según sus palabras?.
R Si yo fuera mujer, y conste que soy un teólogo feminista, seguiría
luchando por una Iglesia paritaria. Lucharía por lograr una comunidad de
iguales donde el sexo no fuera motivo de discriminación, sino elemento
de pluralismo. Combatiría ferozmente toda la masculinidad y el
patriarcado que predomina en la Iglesia. Ha de existir una Iglesia
igualitaria en el acceso a lo sagrado, en la toma de decisiones, en las
responsabilidades o en la elaboración de la doctrina. Si no, la Iglesia
discrimina a más de la mitad de sus miembros.
P Y así, difícilmente puede la Iglesia aspirar a ser universal¿
R Exacto: ésa es la mayor contradicción. La Iglesia católica no puede
considerarse universal si adopta una actitud de exclusión sistemática y
por ley a una parte de sus miembros. La universalidad de la Iglesia es
negada por sus propios comportamientos excluyentes: de las mujeres, de
los homosexuales, de los divorciados que se han vuelto a casar, de otras
etnias, de sindicalistas de clase, de opciones políticas de izquierdas
P Si los cristianos apoyan en su mayoría el laicismo del Estado, ¿por qué España no es laica?
R ¡Ésa es la eterna preguntando que llevo haciéndome hace muchos años!
Las dificultades para un Estado laico en España no provienen de los
cristianos de base, sino de una alianza explícita o tácita entre el
poder de la Iglesia y los diferentes gobiernos. Todos los Gobiernos de
España, hayan sido de izquierdas, de derechas o de centro, han sido
rehenes de la Iglesia y se han plegado a sus reivindicaciones para que
no haya un Estado laico. Por eso, quedan restos de nacionalcatolicismo
P ¿Hay restos nacionalcatólicos
R ¡Claro! Quedan muchos restos. P ¿Como cuáles R Los funerales de
Estado, las juras del Gobierno ante la Constitución, la Biblia y el
crucifijo; la casilla de la renta sólo para la Iglesia católica; o la
enseñanza de religión confesional en la escuela pagando «sus»
profesores.
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