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Coincidencia u oportunidad, el mismo día en que comenzó a sesionar el
consejo de cardenales o “G8” que asesorará al papa Francisco, el diario
italiano La Repubblica difundió una entrevista al pontífice en la que,
entre otras cosas, definió a “la corte” como “la lepra del papado”.
Muchos fieles aún no terminaron de leer
el reportaje de 27 páginas divulgado hace dos semanas por una serie de
revistas jesuitas cuando se suma un nuevo contenido repleto del
pensamiento del papa: un diálogo entre el sumo pontífice y el periodista
Eugenio Scalfari, con quien
había mantenido un intercambio epistolar. Un día, la secretaria le
indicó a Scalfari que tenía a Francisco al teléfono y, sorprendido, el
periodista escuchó que el papa quería conversar con él, después de las
letras compartidas. Los dos miraron sus agendas y quedaron para el
martes 24 a las 15 horas en Santa Marta. El resultado son siete páginas
con preguntas y respuestas que abarcan diversos temas, desde el cine
–como la entrevista anterior– hasta la fe, la Iglesia y su organización.
Y este último fue el punto más destacado ayer por los comentaristas, tal vez por la coincidencia con el comienzo de las reuniones del consejo de cardenales.
Hablando del narcicismo como defecto, el papa mencionó que “frecuentemente las autoridades
son narcisistas”. El periodista le indicó que “también muchas
autoridades de la Iglesia han sido narcisistas”. Y vino la respuesta:
“¿Sabe qué pienso en este punto? A menudo las autoridades de la Iglesia
han sido narcisistas, halagadas y condescendientes con la adulación. La
corte es la lepra del papado”.
“¿La lepra del papado? ¿Qué corte? ¿Alude usted a la Curia?”, inquirió Scalfari.
“No, en la Curia a veces hay algún corteasano, pero la Curia es otra
cosa. Es lo que en el ejército se llama intendencia, la que gestiona los
servicios que se necesitan en la Santa Sede”, comenzó contestando el
pontífice. Y luego continuó: “Pero la curia tiene un defecto: es
Vaticano-céntrica. Ve y se ocupa de los intereses del Vaticano y olvida
el mundo que le rodea. No comparto esta visión y haré de todo para cambiarlo”. Y agregó: “La Iglesia tiene que volver a ser una comunidad del pueblo de Dios y los presbíteros, los párrocos y los obispos deben estar al servicio del pueblo de Dios”.
El inicio de una Iglesia
En cierta parte del reportaje (aquí disponible en italiano),
Francisco explicó el rol que cumplirán los ocho cardenales que ayer se
reunieron por primera vez como consejo. La figura surgió de las
congregaciones previas al cónclave, cuando los purpurados resolvieron
que era mejor que el papa pudiera acudir a clérigos de referencia para
consultarles diversos asuntos, ya sea a todos ellos o a algunos en
particular.
“No son cortesanos sino personas sabias, animadas por mis mismos
sentimientos. Esto es el inicio de una Iglesia con una organización no
sólo vertical sino también horizontal”, destacó el papa.
Integran el consejo el presidente de la Gobernación del Estado de la
Ciudad del Vaticano, el italiano Giuseppe Bertello; Francisco Javier
Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago de Chile; Oswald Gracias,
arzobispo de Bombay; Reinhard Marx, arzobispo de München und Freising;
Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa (Congo); Sean Patrick
O’Malley, arzobispo de Boston y George Pell, arzobispo de Sydney. Tendrá
funciones de coordinador Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, salesiano y
arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), y el obispo Marcello Semeraro de
Albano, Italia, asumirá funciones de secretario.
Las reuniones comenzaron ayer y terminarán mañana, con sesiones
matutinas y vespertinas en las que participa el papa (salvo la de hoy de
mañana, que coincide con sus audiencias semanales). Los consultores, en
su mayoría obispos de diócesis grandes, volverán a reunirse en otro
momento que aún no fue anunciado.
“La institución del Consejo de Cardenales es un enriquecimiento
ulterior que brinda el papa al gobierno de la Iglesia”, explicó el lunes
el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi. Francisco
recurre con frecuencia a las consultas, tal como lo hacía cuando era
arzobispo de Buenos Aires.
Banco listo para las inspecciones
También ayer, por primera vez desde su fundación el llamado Banco
Vaticano publicó su balance del ejercicio 2012. De esa información se
desprende que el beneficio neto del año pasado fueron € 86,6 millones.
El banco –en realidad llamado Instituto para las Obras Religiosas,
IOR– tiene en total unos 18.900 clientes. De estos, 5.200 son
instituciones de la Iglesia Católica, desde la Santa Sede hasta
organizaciones religiosas o diócesis de diferentes países. Este tipo de
clientes es el dueño de más del 85 % de los depósitos, equivalentes a
unos € 6.000 millones.
El restante 15 % (€ 1.100 millones) pertenece a unas 13.700 personas,
entre las que hay clérigos, religiosos, empleados del Vaticano y
exempleados de ese estado, así como diplomáticos acreditados ante la
Santa Sede.
Los activos del banco ascienden a € 7.100 millones, cifra que en
Europa se compara con los de “un pequeño banco regional”. El capital
propio es de € 800 millones, y además gestiona 6.300 millones: 3.200
millones como banco de inversiones de sus clientes y 3.100 millones como
depósitos de los titulares de cuentas corrientes.
El documento de 100 páginas (disponible aquí en inglés) también
arrojó datos de personal: en el banco hay 114 empleados y en el Vaticano
hay unos 5.000 que cobran su sueldo a través del IOR.
Los datos fueron auditados por KPMG y la publicación del informe
anual responde al proceso de transparencia que puso en marcha Benedicto
XVI. El presidente de la entidad, Ernst Von Freyberg, se congratuló con
que “para nuestros clientes y para el IOR un año con óptimos resultados
económicos” y dijo no tener miedo a las denuncias de falta de
transparencia. “Estamos listos para las inspecciones”, declaró.
Lo que sintió cuando fue elegido
En la entrevista con el cronista de La Repubblica, Francisco relató
cómo vivió los momentos antes de convertirse en el nuevo pontífice.
“Antes de aceptar, pregunté si podía retirarme unos minutos a una
habitación contigua a la del balcón sobre la plaza… Sentí mucha
ansiedad”, confesó. “Cerré los ojos y todos los pensamientos
desaparecieron. Incluso el de rechazar la designación. En algún momento,
una gran luz me llenó. Duró un momento, pero a mí me pareció mucho
tiempo”, agregó.
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