Mi abuelo casi no estudió. Empezó a trabajar a los 12 años de pastor. Siempre me dijo: “Los jóvenes tenéis que estudiar. Qué suerte que tu sí hayas podido”. Yo pude porque un sistema de becas me lo permitió. Hoy no todo el mundo
tiene la misma suerte. El año pasado, 30 mil universitarios no pudieron
pagar sus matrículas, y se quedaron fuera. Quieren que la educación
vuelva a ser un privilegio, accesible sólo a los que se lo puedan pagar.
La Ley Wert, a pesar de su pomposa
nomenclatura: Ley Orgánica para la Mejora Educativa (LOMCE), no va a
mejorar nuestra educación, al contrario la va a convertir en una
“educación low cost”,
asistencial y de segunda. Deteriorar el sistema de educación público es
la mejor garantía para asegurar el éxito de la educación privada. La
LOMCE, asimismo, significa gestión piramidal y antidemocrática de los
centros, criterios pedagógicos productivistas al servicio de las
empresas, claudicación frente a las presiones de la jerarquía
eclesiástica.
En Catalunya, la Ley Wert relega el catalán a lengua de “cuarta
categoría”, por detrás del castellano y de la primera y segunda lengua
extranjera. Será considerada “lengua de especialidad”. De este modo, se
podrá obtener el título de ESO o Bachillerato sin acreditar su
conocimiento, ya que no será necesario examinarse de todas estas
asignaturas. El objetivo de Wert and co. es, ni más ni menos, que acabar
con un modelo de inmersión lingüística y de cohesión social exitoso. Ya
lo decía el ministro. Se trata de “españolizar a los niños catalanes”.
Ni más ni menos.
Y frente a la escasez de recursos económicos, los centros educativos
abren la puerta, de par en par, al mecenazgo privado. Algunas
universidades incluso llaman a “apadrinar” a sus estudiantes. Pero la
educación no puede ser ni un privilegio ni estar supeditada a un acto de
beneficencia, con sus consiguientes contrapartidas. ¿Qué va a ser de
nuestra educación en manos de Unión Fenosa, Repsol, Telefónica y BBVA?
Todas ellas, por cierto, ya cuentan con sus correspondientes cátedras
universitarias… y quieren más.
Ante la imposición de una educación privada, clasista, españolista,
autoritaria y sexista, este jueves, 24, se convoca una huelga en todos
los ciclos formativos. Defender un modelo educativo público y de calidad
nos incumbe a todos. Nos quieren pobres e ignorantes. No lo podemos
permitir. La ofensiva contra la educación pública se suma a los recortes
en sanidad, prestaciones sociales… y es un nuevo ataque a derechos
fundamentales.
Quieren que volvamos a la época de nuestras abuelas y abuelos, donde
únicamente estudiaban quienes se lo podían permitir. Los otros al campo y
a la fábrica. En nuestro mundo moderno,
apuestan por una educación de primera (privada) y otra de segunda
(pública). Segregando desde pequeños a la sociedad del futuro. Frente al
dilema que nos imponen, educación ¿derecho o privilegio?, su apuesta es
clara, pero la nuestra también.
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