El evangelio de Juan presenta a Jesús con imágenes originales y bellas. Quiere que sus lectores descubran que sólo él
puede responder plenamente a las necesidades más fundamentales del ser humano. Jesús es «el pan de la vida»: quien se alimente de él, no tendrá hambre. Es «la luz del mundo»: quien le siga, no caminará en la oscuridad. Es «el buen pastor»: quien escuche su voz, encontrará la vida.
puede responder plenamente a las necesidades más fundamentales del ser humano. Jesús es «el pan de la vida»: quien se alimente de él, no tendrá hambre. Es «la luz del mundo»: quien le siga, no caminará en la oscuridad. Es «el buen pastor»: quien escuche su voz, encontrará la vida.
Entre estas imágenes hay una, humilde y casi olvidada, que, sin embargo, encierra un contenido profundo. «Yo soy la puerta». Así es Jesús. Una puerta abierta. Quien le sigue, cruza un umbral que conduce a un mundo nuevo: una manera nueva de entender y vivir la vida.
Ser libre es una ilusión si no nos conduce a ser más humanos. ¿Qué es la libertad si no nos lleva a una mayor fidelidad a nosotros mismos, una coherencia mayor con nuestras convicciones más profundas, una búsqueda sincera y sacrificada de lo que puede dar un sentido más digno y noble a nuestra vida?Esta es la promesa de Jesús: «yo soy la puerta. Quien entre por mi se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos».
Responder a su llamada, orientar la vida en la dirección que señala su mensaje, comprometerse en construir «el reino de Dios», es lo que puede ayudarnos a conocer la verdadera liberación. LEER MÁS
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