En un artículo publicado en medios internacionales los primeros días de julio, se pregunta si el silencio en Nicaragua de obispos, sacerdotes, y instituciones frente a la política violenta y agresiva de la dictadura Ortega-Murillo indica que la dictadura ha llegado a silenciar, dominar e eliminar la resistencia de la Iglesia Católica. Desgraciadamente, el autor del artículo no toma en cuenta el hecho de que la gran mayoría del 80% de la población en oposición a la dictadura nicaragüenses son católicas y católicos... es decir, la base de la iglesia Católica.
Muchos analistas—y medios en general—limitan la iglesia Católica a su jerarquía. Estos analistas y medios no toman en cuenta que, desde el inicio de la resistencia del pueblo nicaragüenses a la dictadura Ortega-Murillo, solamente dos o tres obispos apoyaban la resistencia, mientras la gran mayoría de la POBLACIÓN católica participaba—y sigue participando—en la resistencia a Ortega-Murillo.
El destierro y silenciamiento de varios obispos y sacerdotes—negociado a espaldas del pueblo católico y de la población más amplia por la jerarquía nacional e internacional con la dictadura—de ninguna manera terminó con la resistencia masiva de la población católica—y no-católica—a la dictadura. Tal resistencia se mantiene y se multiplica; uno simplemente tiene que escuchar las diatribas diarias de la vocera de la dictadura para darse cuenta del temor pavoroso de la dictadura frente a esta resistencia.
Uno tiene que conocer—y vivir—la cultura nicaragüense para entender mejor el estilo particular de la resistencia nicaragüense—un estilo muchas veces llamado “guegüense”. (La palabra “guegüense” viene del nombre de una obra teatral indígena/mestizo durante los años de la colonia, en que nicaragüenses enmascarados se burlaban, engañaron—y resistieron—a las autoridades españoles.)
Es importante recordar que solamente horas antes de que Somoza fue forzado a salir de Nicaragua, miles de sus “seguidores” gritaban: “¡Somoza para siempre, Somoza para siempre!” La resistencia nicaragüense—primero en la lucha, desde 2013, para defender la tierra, agua, y soberanía del país contra el mal-concebido plan de construir un canal interoceánico, y continuando, desde abril del 2018 contra la violencia, corrupción, y opresión de la dictadura Ortega-Murillo—ha recuperado esta estrategia no-violenta de resistencia “guegüense” . . . La burla, el engaño, la valentía y firmeza.
La resistencia de la iglesia no se apaga por la ausencia—ni por el silencio—de obispos y sacerdotes. El pueblo católico desgraciadamente está acostumbrado por tal ausencia y silencio de parte de las autoridades de la iglesia. Como ha escrito Antonio González, una iglesia centrada en sí misma es una iglesia interesada no tanto en las necesidades del pueblo, sino en sus propias estructuras. Tal iglesia difícilmente puede presentarse como alternativa para nadie. Siempre trata de asegurarse su propia supervivencia mediante acceso al poder; como institución es más interesada en el poder que en el verdadero cambio social.
Para entender la resistencia nicaragüense actual uno tiene que vivir esa resistencia en las múltiples comunidades en Nicaragua que practican diariamente la no-violencia y una resistencia “guegüense” que carcome cada día más las “columnas de poder” de la dictadura Ortega-Murillo. En tales comunidades de igualdad, solidaridad, y compromiso con una sociedad con nuevas relaciones sociales, el pueblo católico cumple cada día su misión de ser la “iglesia de Jesús” en medio de las víctimas de esta dictadura tan brutal. Como ha escrito la socióloga nicaragüense Elvira Cuadra: “Tal vez Ortega y Murillo han logrado eliminar las protestas, pero no han podido acabar con la resistencia”.
Finalmente expresamos nuestra solidaridad con los más de 15 periodistas y comunicadores que en lo que va del mes de Julio han sido víctimas de la represión de la dictadura y demandamos al Estado de Nicaragua diga sobre el paradero de la periodista y gestora cultural Fabiola Tercero Castro, quien se encuentra en condición de desaparecida.
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