Ante la próxima celebración del Sínodo sobre la Sinodalidad, el polémico obispo de Tyler (EEUU), Joseph E. Strickland, ha escrito una carta pastoral a sus fieles en la que les pide, “en esta era moderna de confusión”, mantenerse “firmes en la fe católica de todos los tiempos” y no hacer oídos del “mensaje malvado y falso que ha invadido a la Iglesia”, como el de que “Jesús es sólo uno entre muchos, y que no es necesario que Su mensaje sea compartido con toda la humanidad” o que “todos los hombres y mujeres serán salvados independientemente de cómo vivan sus vidas”.
La carta pastoral, difundida profusamente entre los grupos más reaccionarios, y que participan de esa campaña a nivel mundial que ha publicado el libro El proceso sinodal es una Caja de Pandora, con prefacio del cardenal Raymond Burke, pretende ir contra la línea de flotación del próximo sínodo, una actitud de la que viene advirtiendo el papa Francisco en los últimos tiempos, la última vez, en su vuelo de regreso de Mongolia, en donde afirmó que “acusan a la Iglesia de esto o de lo otro, pero nunca la acusan de lo que es verdad: pecadora. Nunca dicen pecadora... Defienden una doctrina entre comillas, que es una doctrina como el agua destilada, no tiene sabor a nada y no es la verdadera doctrina católica que está en el Credo. Y eso tantas veces escandaliza; como escandaliza la idea de que Dios se hizo carne, de que Dios se hizo Hombre, de que la Virgen conservó su virginidad. Eso escandaliza”.
Lo que escandaliza a Strickland “en este tiempo de gran agitación en la Iglesia y en el mundo”, es que consideran que este Sínodo viene para “redefinir” cuestiones de fe, por lo que advierte al comienzo de su carta, con palabras de San Pablo, que “si alguno os predica un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!”.
Salvaguardar el Depósito de la Fe
“La Iglesia existe no para redefinir las cuestiones de fe, sino para salvaguardar el Depósito de la Fe como nos ha sido transmitido por Nuestro Señor mismo a través de los apóstoles, los santos y los mártires”, subraya Strickland para quien, por ejemplo, “la Eucaristía y todos los sacramentos son divinamente instituidos, no desarrollados por el hombre”, por lo que “recibir [a Cristo] en la Comunión indignamente (es decir, en un estado de pecado grave e impenitente) es un sacrilegio devastador para el individuo y para la Iglesia”, señala en alusión la comunión de los divorciados y vueltos a casar.
“Cada persona humana es creada a imagen y semejanza de Dios, hombre o mujer, y se debe ayudar a todas las personas a descubrir su verdadera identidad como hijos de Dios, y no apoyarlas en un intento desordenado de rechazar su innegable identidad biológica y dada por Dios”, prosigue el obispo sobre la acogida pastoral al colectivo LGTBI, una de las cuestiones que también será tratada en el sínodo que se inaugura el próximo 4 de octubre y que tuvo una amplia acogida en las sesiones preparatorias de escucha a nivel mundial.
Igualmente, sobre la petición de una reforma de la moral sexual, el obispo de Tyler incide en que “la actividad sexual fuera del matrimonio es siempre un pecado grave y ninguna autoridad dentro de la Iglesia puede tolerarla, bendecirla ni considerarla permisible”.
Por ello, Strickland advierte a sus diocesanos de que “en las próximas semanas y meses, muchas de estas verdades serán examinadas como parte del Sínodo sobre la Sinodalidad”.
“Debemos aferrarnos a estas verdades y ser cautelosos ante cualquier intento de presentar una alternativa al Evangelio de Jesucristo, o de impulsar una fe que hable de diálogo y hermandad, mientras intentamos eliminar la paternidad de Dios”, porque “cuando buscamos innovar en lo que Dios en Su gran misericordia nos ha dado, nos encontramos en un terreno traicionero”, destaca.
"Descarada y verdaderamente católicos"
También invita Strickland a no achantarse ante las críticas o los comentarios de que puedan ser objeto por defender su postura: “Lamentablemente, es posible que algunos tilden de cismáticos a quienes no estén de acuerdo con los cambios que se proponen. Sin embargo, tened la seguridad de que nadie que permanezca firmemente en la plomada de nuestra fe católica es un cismático. Debemos permanecer descaradamente y verdaderamente católicos, independientemente de lo que pueda surgir”.
“Permanecer firmes no significa que estemos buscando salir de la Iglesia. En cambio, aquellos que proponen cambios a lo que no se puede cambiar, buscan apoderarse de la Iglesia de Cristo, y de hecho son los verdaderos cismáticos”, concluye el obispo.
José Lorenzo
Religión Digital, 05.09.2023
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