Redes Cristianas
Sistema que a medida que fue desarrollándose, fue generando muchos tentáculos dentro de la sociedad, para sentar sus bases en la ambición y el poder. El sistema como tal ha sido instaurado por los varones, permeando las relaciones sociales sexo-políticas, en las instituciones ya sean públicas, religiosas y privadas, de una manera sutil e infame, oprimiendo a las mujeres, bien sea de manera individual o colectiva. Manipulando apropiándose de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea por medios pacíficos o haciendo uso de la violencia.
¿Podemos desbaratar los nudos conflictivos del sistema patriarcal? Es difícil pero no imposible. Empezamos con el paso de los años, a ver y a sentir algunos avances, donde las mujeres nos vamos apersonando de aquellos espacios en la toma de decisiones de nuestra sociedad. No podemos negar el avance, en el logro de que las mujeres hoy podemos votar, ocupar cargos públicos y privados dentro de la sociedad civil.
De cara al sistema patriarcal religioso, tenemos muchos nudos para desatar. Los principales nudos a desbaratar: el miedo y el silencio.
Hemos escuchado que nos han dicho, cuando se quería hacer una pregunta “indiscreta” la respuesta era: “doctores tiene la Santa Madre Iglesia” y el silencio se imponía y se escuchaba…
Ahora, las preguntas se siguen haciendo igual y quedan sin respuestas, pero quienes más atrevidos han resultado han sido los niños, quienes no tienen ningún temor a preguntar: “ustedes por qué dicen Santa María, madre de Dios, es que María está por encima de Dios?” y otra muy singular rezando el credo: “quien está sentado a la izquierda”?
En el sistema patriarcal solo los varones y solo ellos, son los que ha determinado que es lo bueno y que es lo malo. Que es lo sagrado y que es lo profano. Que es lo espiritual y que es lo material. Que es lo que es santo y que es pecado.
Es el sistema patriarcal causa de la división, marginación, líos, conflictos, opresión, violencia, guerras, dolor y sufrimiento en la humanidad.
El sistema patriarcal todo lo ha cubierto con el oloroso incienso de los Cánones, Dogmas y Decretos, a través de su institución Jerárquica claramente diseñada en los diferentes espacios como: laicos, diáconos, presbíteros, obispos, arzobispos, cardenales, papa. Es clara la división impuesta entre clérigos y laicos.
¿Dónde pueden los laicos ser Iglesia, si el laicado esta fuera de la Iglesia institucional?
¿Cuándo podremos las mujeres ser reconocidas como hijas de Dios creadas a su imagen y semejanza, si aún no se ha abolido el Decreto de quien fuera el Papa Graciano de 1.140 que dice que las mujeres no somos imagen de Dios? Contradiciendo Génesis 1:26-27.
¿Cuándo podremos las mujeres ser ordenadas si el sistema patriarcal jerárquico no ha abolido el Canon 1024 que nos rechaza, margina diciendo: “solo hombres bautizados pueden ser ordenados”? ¿Acaso fue un acto de mero teatro nuestro Bautismo?
¿Acaso, son solo ellos los sagrados, los santos e intocables? Los únicos dignos de ser imagen de Dios, con el poder de ser mediadores y mostrar la imagen de Dios, única exclusiva hecha rostro masculino.
Sin temor alguno, nos podemos preguntar, por qué la Buena Nueva anunciada por el Nazareno, desde su anuncio, ¿por qué aún no llega al pueblo?
La Buena Nueva también ha sido sacralizada, la han privatizado, la han hecho exclusiva, la han amurallado en los templos y catedrales. La Buena Nueva surgió en las polvorientas calles de Galilea, dentro del pueblo, con el pueblo por un hombre no consagrado, un hombre no institucionalizado.
Es hora de desatar los nudos del sistema patriarcal. Las mujeres nos apersonamos de la Buena Nueva, la asumimos ya que nos fue entregada sin consagración alguna, para compartirla y repartirla a nuestros hermanos.
Nos declaramos en santa desobediencia contra el sistema patriarcal, ya nos más que todo lo que hacemos es ilegal, es contrabando, es perverso, es herejía, es malo. Declaramos que lo sagrado es profano porque nos margina, nos divide, nos violenta, nos maltrata y niega que somos hijas de la Divinidad creadas a su imagen y semejanza.
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