Del 31 de octubre al 12 de noviembre de este año tendrá lugar la vigésima sexta edición de la COP (Conferencia de las Partes) de la ONU en la ciudad de Glasgow en Escocia.
“La Carta de la Tierra (2003) y las dos encíclicas ecológicas del Papa Francisco, Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común (2015) y Fratelli tutti (2020) afirman con toda seriedad: tenemos que operar una “profunda conversión ecológica” pues «estamos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie» (Carta de la Tierra, preámbulo y final; Fratelli n.30.34).
Pero sucede que el tema de cómo es nuestra relación con la naturaleza: ¿de rapiña o de cuidado? ¿de protección de su biocapacidad o de agotamiento de sus bienes y servicios necesarios a nuestra vida y a la supervivencia?, no está planteado y por no estar planteado tampoco es considerado ni respondido.
La Tierra y la naturaleza son sin embargo el Gran Player. De que las preservemos dependen todos los demás proyectos de los players y el futuro de nuestra civilización. El análisis de la situación degradada de la Tierra, innegable y desenfrenada, nunca es considerado en las distintas COPs. La centralidad está ocupada por la economía política vigente, el player dominante, el verdadero causante de los desequilibrios climáticos. Este nunca es puesto en cuestión.
El verdadero player salvador es la naturaleza, la Tierra-Gaia, totalmente ausentes en todas las COPs y suponemos que también será así en Glasgow.
Esta vez el futuro está en nuestras manos.
¿Deseamos un verdadero “nuevo comienzo” beneficioso para toda la comunidad de vida especialmente para la Casa Común y para nosotros, sus habitantes, incluida la naturaleza? Es la condición para nuestra continuidad sobre este pequeño y esplendoroso planeta Tierra.”
Extractos del artículo de Leonardo Boff, “¿Qué esperar de la COP26 de Glasgow?” https://www.religiondigital.org/leonardo_boff-_la_fuerza_de_los_pequenos/esperar-COP26-Glasgow-leonardo-boff_7_2389930987.html
Nosotrxs también hacemos como lxs políticxs en lo que se refiere al cambio climático: ponemos la atención en lo periférico, en las consecuencias, pero no vamos al meollo de la cuestión. Estamos ante un cambio de paradigma, de entendernos y de entender lo que nos rodea. Actuamos como si lo que hemos conseguido hasta ahora fuera el máximo y como si no nos quedara más remedio que renunciar a algunas cosas que hemos adquirido con nuestro esfuerzo. ¿Quién ha dicho que los estilos de vida occidentales son los de mayor desarrollo humano? ¿Qué podemos aprender de otras culturas, de otros pueblos mucho más en contacto con la naturaleza que nosotrxs?
Se trata por tanto de cambiar nuestros estilos de vida fruto de nuestro cambio interior: cuando vamos viendo todo como don, cuando dejamos la prepotencia de nuestra cultura y experimentamos la unidad con todxs y con todx. El dualismo y el antropocentrismo nos ha hecho mucho daño, nos ha hecho vernos como superiores a las demás criaturas, ha condicionado toda nuestra existencia. Sin embargo el mensaje de que todo es uno, esa búsqueda de la integración con todxs y con todx, aunque sea un sector pequeño de la sociedad nos infunde la esperanza de que hay otra manera de vivir a la que estamos llamadxs. Esa nueva dimensión sobrepasa ideologías, religiones…y nos sitúa en nuestra realidad más profunda.
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