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ATALAYA

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miércoles, 17 de marzo de 2021

Amar como Cristo nos amó, hasta lograr una vida santa

Benjamín Forcano

 Redes Cristianas

Benjamín Forcano1

1.¿En qué consiste ser cristiano?
En el mundo y en la historia, el cristianismo no existiría sin Jesús de Nazaret, ni nosotros podríamos ser hoy cristianos, ni llamarnos tales.
La Comunidad cristiana, históricamente hablando , proviene de Jesús de Nazaret. Por El comenzó a existir, por él creció y se expandió, de él recibió los principios que debían guiarla, de él aprendió el sentido de la vida y el destino final que le aguarda

Como cristianos reservamos, dentro de la gran Comunidad cristiana, un espacio de singular memoria y veneración para cuantos supieron cumplir el mensaje de quien fundó esa gran Comunidad. ¿Qué queremos decir con esto?

Muy sencillo: que todos los que hemos decidido seguir a Jesús, debemos saber que “estamos movidos y llamados a amar a Dios con todo nuestro corazón y todas nuestras fuerzas y a amarnos los unos a los otros como Cristo nos amó; un amor que nos hace partícipes de la vida divina y que debemos cultivarla día a día, hasta lograr que nuestra vida sea un reflejo de la vida de Dios, una vida santa” (Lumen Gentium, 40).
De modo que todos como cristianos estamos llamados a practicar esa vida santa, no sólo algunos excepcionales, ¡Todos! Nadie debe amilanarse, acomplejarse, pensar que para escalar esa cumbre, sólo pueden hacerlo algunos, pues se necesitan condiciones y cualidades especiales que ellos no tienen. No.

Dios nos ama a todos por igual y Jesús, su enviado, presente entre nosotros, nos dice que todos podemos amar como él, todos tenemos vocación de santidad. Lo afirma, con gran autoridad, – la mayor en la Iglesia- el concilio Vaticano II: “Todos los fieles de cualquier condición o estado están llamados a la plenitud de vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad con la cual, aún en la sociedad terrena, se promueve un modo de vivir más humano” (LG, 40).

2.Vivir y amarnos como Cristo nos amó
Dejemos, pues, claras dos cosas:
Pimera: La vida cristiana la poseemos por seguir a Jesús. El es la fuente, el modelo, el camino y la meta. Ser cristiano es, primero de todo, seguir a Jesús de Nazaret, vivir como él, tratar de sentir, pensar y actuar como él. Todo lo que se aparte de este objetivo, debe ser sometido a examen.

Segunda: siempre y también ahora, somos muchos los que nos presentamos como cristianos. A cualquiera que nos analice, le surge inmediata esta pregunta:
– Pero, ¿en qué hacéis consistir vuestro cristianismo?
Si hubiéramos de responder. ¿Tendríamos una respuesta unánime?
Seguramente, muchos piensan que ser cristiano consiste en practicar una serie de preceptos y leyes y también una serie de ritos y actos religiosos de vez cuando, sin que ello suponga un estilo de vida semejante al de Jesús.

Hay que ir pues directos a lo que es bien simple: En la vida de cada día, ¿Cómo procedemos? ¿Cómo nos comportamos en la familia, en el trabajo, en el comercio, en la enseñanza, en el turismo, en la administración, en la política?
¿El comportamiento nuestro es semejante al de Jesús?
Seguramente hay cristianos que van regularmente a Misa y su vida va por otro lado que la de Jesús. Y, sin embargo, puede haber personas que pocas veces o nunca van a Misa y su comportamiento no dista mucho del de Jesús.

Por eso, conviene dejarl bien bien claro: la santidad es cosa de todos, de todos los que nos hemos apuntado a seguir y vivir como Jesús. La santidad no consiste en tener revelaciones especiales de Dios ni en hacer cosas milagrosas, sino en ser fieles a nosotros mismos, en realizar todo lo que Dios nos ha dado , utilizando responsablemente nuestra razón y nuestra libertad, amando a Dios y al prójimo como a nosotros mismos.
El amor a Dios y al prójimo van inseparables, no es posible el uno sin el otro: “Si alguien dice que ama a Dios mientras odia a su hermano, es un embustero, porque quien no ama a su hermanos a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo” (I Juan, 4, 20-21). .
Y ésta es tarea individual, irreemplazable, en la cual nadie nos puede sustituir. Cada uno es único, singular y debe aspirar a ser él mismo, sin complejos de inferioridad ni ensoñaciones de grandeza, sino como uno más, dentro de la común dignidad, igualdad y solidaridad compartidas en fraternal comunidad.

3. ¿Y los Santos, qué son para nosotros?
Dentro de esa gran comunidad cristiana, recordamos y veneramos con especial cuidado a personas, -varones y mujeres-, que mejor supieron asimilar la vida y enseñanza de Jesús.
Son los Santos. Y no hay pueblo o ciudad que no tenga sus Santos. ¿A quién recordamos y veneramos nosotros? ¿Qué significa para nosotros tenerlos como patronos?

Creo que podríamos honrarlos e imitarlos si aplicáramos su ejemplo
al contexto y circunstancias concretas de nuestra época y sociedad.
¿Qué retos o tareas nos plantean? ¿Cuáles son los dioses falsos a los que nosotros debemos renunciar? ¿Dónde, con qué criterios y con qué acciones? ¿Qué alternativas de pensamiento y acción nos sugieren nuestros Santos? ¿Cómo ponerlas a rodar en nuestro pueblo , en nuestro contorno diocesano y nacional?

6
UNA PROPUESTA EFICAZ Y ASEQUIBLE

Alerta preambular
Llego hoy a vosotros con un mensaje de resolución, esperanza y compromiso.
El ambiente que nos envuelve rezuma incertidumbre, temor, desconfianza y cesión a los agentes que solapada y criminalmente generan ese ambiente. Todo como si no supiéramos de dónde surge la calamidad globalizada del CORONAVIRUS y no tuviéramos más suerte que la resignación .
No es fácil ver qué y cómo hacer. Pero, lo peor es dar por válido que es así y que no hay alternativa, es decir, causas que lo provocan y que está en nosotros combatirlas y reemplazarlas.

Lamentablemente, la información mediática,supercontrolada, es tan poderosa y sutil, que la mayoría ni lo sospecha ni plantea alternativa posible.
Utópicamente,nosotro decimos que no, que nada ocurre al azar, ni es fruto del fatalismo ni de la voluntad vindicativa de los dioses. El terreno donde fermenta es terreno humano como el nuestro y, por eso, podemos descifrarlo y ponerlo al descubierto.
Lo primero, pues, desenmascarar los propósitos de esa minoría – financiera primordialmente- malvada, cruel e indecente.
Creo que tenemos alternativa y es lo que debemos intentar.

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