FE ADULTA
Una señal es suficiente papara las personas vigilantes, pero miles de consejos no son suficientes para las negligentes (Idries Shah)
Mt 25, 1-13 Por tanto, vigilad, porque no cono cíes el día ni la hora (v13)
Esta parábola se refiere a la segunda venida de Jesús, y describe la situación de los que viven en la esperanza del tiempo entre la resurrección y la parusía: el centro del mensaje es la necesidad de la preparación.
Dos hechos suceden: el retraso del novio y el sueño da la que esperan: la insensatez de las jóvenes necias no es que se hubieran dormido, sino que no iban preparadas, no habían contado con un posible retraso del novio, por eso no tuvieron aceite suficiente.
La negación de las jóvenes prudentes a compartir el aceite, es un rasgo parabólico para hacernos comprender que la reparación requerida es personal e insustituible.
La respuesta de las necias representa a quienes están en la comunidad, pero carecen de auténtica entrega y, por lo tanto, no están preparados. Es una seria advertencia para que permanezcamos fieles constantemente y entregados a poner en práctica las enseñanzas de Jesús.
En Mateo 26, 8 se dice que, estando Jesús en Betania en casa de Simón el Leproso, se le acercó una mujer con un frasco carísimo de perfume, mucho más caro que el aceite de las vírgenes prudentes, y se lo derramó en la cabeza mientras estaba en la mesa.
Pero cuando los discípulos lo vieron, exclamaron indignados: “¿A qué viene tal derroche?” El perfume en la cabeza de Jesús es un gesto espléndido y público de estima: los discípulos lo califican de un dispendio, que podía haber usado en beneficio de los pobres de Israel.
Y como se dice en Proverbios 22, 9: “Dicho gesto conservará para siempre un valor eclesial, y su recuerdo será ejemplar”.
Idries Shah (1924-1996) es un sufí indio cuya obra presenta una forma universal de sabiduría, como puede verse en esta frase referida a las vírgenes necias que esperaban al novio: “Una señal es suficiente para las personas vigilantes, pero miles de consejos no son suficientes para las negligentes”.
En este caso, no hubo nadie que gritase, y las jóvenes necias se quedaron dormidas, como refiere Mateo. Se trata de un comportamiento programado, en que la vigilante mente consciente podía intervenir y crear una nueva respuesta, pero las vírgenes insensatas no lo hicieron.
Poema del peruano Medardo Ángel Silva (1898-1919)
A MEDIA VOZ
La seda de tus lánguidas pestañas
a proteger tus ojos descendía,
ante la encantadora bicromía,
de las aristocráticas arañas.
Un solemne mutismo de campañas
al Vesper, nuestras almas invadía;
y, de súbito, habló la melodía
con un dulzor de pastoriles cañas.
Para escucharla, se detuvo el viento
a la maga caricia de su acento,
vibró tu carne de escultura, viva.
La noche se durmió en tu cabellera
y, besando las lilas de tu ojera,
se perfumó una lágrima furtiva
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