Estoy traduciendo del francés una obra biográfica sobre Sartre.
Situado en los momentos del reciente fin, entonces, de la Segunda Guerra mundial, siento una malsana envidia y al mismo tiempo una profunda tristeza al comparar el estado anímico de la población francesa y europea en 1945, liberada Francia, y el mismo estado anímico en aquellos años de la población en España donde, forzosamente, convivían, siguieron y siguen conviviendo vencedores y vencidos de la guerra civil de la que no se han cicatrizado en absoluto las heridas.
Ningún otro país europeo ha pasado por semejante trance, que explica hasta qué punto se hace irrespirable la atmósfera psicológica mientras Europa respira auténtica libertad desde entonces. Y, por si fuera poco, los herederos de los ganadores de la guerra, pero también los desertores de la España razonable, en lugar de contribuir al esfuerzo por superar estas generaciones las lacras vergonzosas de una dictadura de cuatro décadas y la preeminencia de los vencendores desde entonces en todas las instituciones (sobre todo en la Justicia), fuerzan el alejamiento de Europa, desoyen los mensajes de la UE y vuelven a las andadas del año 36…
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