Debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes (Karl Popper)
19 de julio. DOMINGO XVI DEL TO
Mt 13, 24-43
Dejad que crezcan juntos hasta la siega (V 30)
La parábola del trigo y la cizaña, es una de las parábolas de Jesús de Nazaret, recogida en el Evangelio de Mateo, y también en el evangelio apócrifo de Tomás. Es la decimosegunda parábola narrada en el Nuevo Testamento, y justo antes de la parábola de la semilla de mostaza.
La explicación de esta parábola la da también Jesús, según aparece en la Biblia cristiana:
Él, les dijo: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que, como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13, 37-43)
La cizaña es bien parecida al trigo durante las primeras fases de crecimiento y la ley romana de entonces prohibía sembrar cizaña entre el trigo de alguna persona, lo que sugiere que la historia es realista.
Dicha parábola ha sido mencionada como ejemplo de la tolerancia que hay que tener con aquellas personas que practican una religión distinta a la propia.
En su Carta al obispo Roger de Chalons, el obispo Wazo se basó en esta parábola par argumentar que “la iglesia debe dejar que la disidencia crezca con la ortodoxia ha que venga el Señor para separarlos y juzgarlos”.
Martín Lutero predicó un sermón en el que dijo que “solo Dios puede separar a los falsos creyentes de los verdaderos, y señaló que matar herejes o no creyentes, es acabar con su oportunidad de ser salvados”. Y añadió: “Deseamos forzar a otros a creer: a los turcos con la espada, a los herejes con el fuego, a los judíos con la muerte, y así desenraizar la cizaña por nuestro propio poder, como si fuéramos nosotros los que pudiéramos reinar sobre los corazones y los espíritus, volviéndoles piadosos”.
Aunque la cizaña estorba al trigo, también lo hace más hermoso cuando lo contemplamos: en definitiva, lo hace más hermoso.
Roger Williams, teólogo bautista y fundador de Rodhe Island, al norte de lo Estados Unido, usaba esta parábola para apoyar la tolerancia del gobierno hacia toda la cizaña -los herejes- en el mundo, ya que la persecución civil, daña frecuentemente también al trigo -los creyentes-.
Y en su Areopagítica, John Milton exigía libertad de expresión, y condenaba al Parlamento inglés por su intolerancia.
El filósofo austríaco Karl Popper dijo: “Debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes”.
Y esto me parece a mí que es el mejor ejemplo de lo que debiera ser la tolerancia evangélica.
En mi libro Soliloquios, un Poema que destila tolerancia
¿LO OYE EL VIENTO?
Suenan voces en mí mismo
pulsando aciertos y yerros.
Unos relatan amores,
otros cuentan vituperios.
pulsando aciertos y yerros.
Unos relatan amores,
otros cuentan vituperios.
Las oye el viento.
¿Las oye?
Tañen fuera, tañen dentro.
Doblan arriba y abajo
con festivos tintineos.
¿Las oye?
Tañen fuera, tañen dentro.
Doblan arriba y abajo
con festivos tintineos.
Son rebaños de palabras,
que pastoreo en mis feudos,
pastando voces divinas
en prados del pensamiento.
que pastoreo en mis feudos,
pastando voces divinas
en prados del pensamiento.
Todos son y no son, míos.
Son sobre todo del viento,
que los parte y los comparte
con todos los hemisferios
Son sobre todo del viento,
que los parte y los comparte
con todos los hemisferios
No hay comentarios:
Publicar un comentario