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El asunto es el siguiente: ¿puede ser una persona moralmente buena sin necesidad de creer en Dios?. Eco decía que sí, y apelaba a la ética del otro; el cardenal Martini, sin negar ni denostar la postura del autor de El Nombre de la Rosa, le decía que en cuestiones como el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la ética tropieza y solo la fe en Dios le da consistencia a una moral de la dignidad del otro.
Los dos extremos de entre los 34 países encuestados por el Pew Research Center fueron Kenia y Suecia. En el país con menor riqueza y menor ingreso (obviamente Kenia), 95 de cada 100 personas dijeron que sí es necesario creer en Dios para ser una persona moral, mientras que Suecia, uno de los países con mayor nivel de ingreso por persona en el mundo, solamente 9 de cada 100 así lo dijo.
Independientemente de la observancia religiosa –resalta el estudio—una media de 62 por ciento de las personas en los países encuestados señalaron que la religión juega un papel importante en su vida; 61 por ciento afirma que Dios juega un papel importante en su vida y 53 por ciento dice algo similar sobre la oración.
Es de resaltar que desde 1991, el porcentaje de personas que dicen que Dios es importante para ellas se ha incrementado en Rusia y en Ucrania, mientras que lo opuesto ha ocurrido en el mismo lapso de tiempo en Europa occidental donde la secularización va en avance, a pasos agigantados. La encuesta encontró que en esa porción de Europa, la media es de 22 por ciento de las personas que piensan que Dios es necesario para ser moral.
Los países con más probabilidades de conectar a Dios con la bondad y con la moralidad son: Indonesia (98 por ciento), Filipinas (96), Kenia (95), Nigeria (93), Brasil, Sudáfrica y Túnez (84). Por el otro lado, los países menos propensos a ligar a Dios con la moral son: Suecia (9 por ciento), República Checa (14), Francia (15 ), Reino Unido (20) y los Países Bajos y España (22).
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