El historiador Yuval Harari cree que en la crisis del coronavirus las decisiones de hoy de los gobernantes determinarán el futuro: 2021 será tarde para fiscalizarlas.
La expansión de la epidemia y la inestabilidad política y económica derivadas de ella han llevado a la humanidad a uno de esos momentos en que la historia se acelera y entra en un momento crítico de cambio, afirma el historiador y filósofo Yuval Noah Harari (Kyriat Atta, Israel, 1976) en esta entrevista concedida vía correo electrónico.
El autor de libros como Sapiens: de animales a dioses o, el último de ellos, 21 lecciones para el siglo XXI (Debate), y de influyentes artículos sobre la repercusión del coronavirus, cree que los gobiernos están tomando decisiones estas semanas marcarán el futuro inmediato de la humanidad, y que la ciudadanía ha de presionar y controlar a sus gobernantes. Y debe hacerlo ya.
¿Cómo será el mundo el día después del coronavirus?
Somos nosotros quien tenemos que decidirlo. La actual pandemia no nos empuja hacia un futuro de forma determinista; es más, nos obliga a hacer muchas elecciones. Y elecciones diferentes darán forma a futuros diferentes.
Usted ha dicho que las sociedades de las próximas décadas dependerán de las decisiones que tomemos en el futuro inmediato. ¿Estamos, pues, en un momento crítico de cambio para la humanidad?
Sí. La historia se está acelerando: el viejo libro de reglas está quedando hecho trizas y el nuevo se está todavía escribiendo. Hemos entrado en un momento muy fluido históricamente. Estamos llevando a cabo inmensos experimentos sociales con centenares de millones de personas: industrias enteras han pasado a trabajar desde casa; universidades y escuelas han pasado a la enseñanza online; los gobiernos están inyectando billones en la economía y considerando aspectos como la renta básica universal.
“Estamos haciendo grandes experimentos con cientos de millones de personas”
Ambos, gobiernos y personas individuales, están intentando hacer cosas que hace unos pocos meses hubieran sonado totalmente imposibles. En los pasillos del poder se oyen ideas locas. Pero esta ventana de fluidez es corta. Pronto un nuevo orden emergerá y se solidificará, y, por tanto, el momento de influir en la dirección de la historia es este.
En estos momentos en que, como usted decía, la humanidad debe hacer elecciones, ¿qué alternativas se nos plantean?
Nos enfrentamos a muchas. ¿Apoyaría la gente al ascenso de dictadores, o insistiría en que esta emergencia se gestionara de un modo democrático? Cuando los gobiernos gastan millones para ayudar a negocios arruinados ¿salvarán a las grandes corporaciones o a los pequeños negocios familiares? ¿Los países se ayudarán unos a otros en un espíritu de solidaridad global o continuarán con una política egoísta y aislacionista?
Estoy de acuerdo con lo que escribió recientemente el presidente del gobierno español, en el sentido de que esta crisis es una prueba de vida o muerte para la Unión Europea. Si sus países se ayudan entre sí y tienen una política común para detener la epidemia y rescatar la economía, la Unión saldrá de esta mucho más fuerte. Pero si cada país desarrolla su estrategia por su lado, eso puede llevar probablemente a la desintegración de la UE.
Se han tomado y se están tomando decisiones a gran distancia de la gente. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos al respecto?
Tenemos que estar alerta porque esta crisis no es sólo sanitaria, sino también política. Los medios de comunicación y los ciudadanos no deberían dejarse distraer totalmente con la epidemia. Naturalmente es importante seguir las últimas noticias sobre la enfermedad en sí –¿cuánta gente ha muerto hoy? ¿cuánta gente se ha infectado? –, pero es igualmente importante poner el foco en la política y presionar a los políticos para que hagan lo correcto.
Los ciudadanos también deberían meter presión a los políticos para que actúen con un espíritu de solidaridad global; para que cooperen con otros países más que culparlos; para distribuir los fondos de forma justa; para preservar los controles y los equilibrios democráticos incluso en una emergencia.
El momento de hacerlo es ahora. Sea quien sea a quien elijamos para gobernar en los próximos años no tendrá la capacidad para revertir las decisiones que se están tomando ahora. Si usted se convierte en presidente del gobierno en el 2021, es como llegar a una fiesta cuando casi ha terminado y lo único que se puede hacer es lavar los platos.
“Quien gobierne en los próximos años no podrá revertir lo que se decida ahora”
Si usted se convierte en presidente del gobierno en el 2021, descubrirá que el gobierno anterior ha distribuido decenas de millares de euros –y que usted tiene una montaña de deuda que devolver–, que el gobierno anterior ha reestructurado el mercado laboral –y que usted no puede empezar de nuevo de cero–, que el gobierno anterior ya ha introducido nuevos sistemas de vigilancia –y que no pueden ser anulados de un día para otro. Por tanto, no esperemos hasta el 2021. Controlemos lo que los políticos están haciendo en este preciso momento.
¿Cómo de importante es la cooperación internacional en la situación actual y, sobre todo, es esa cooperación posible?
Sin liderazgo global, los países no pueden confiar en la información que reciben de los otros. Y esta información es nuestro activo más importante en esta crisis. La gran ventaja de los humanos en comparación con los virus es que nosotros podemos comparar de una manera que para los virus no es posible.
Un virus en Corea no puede aconsejar a un virus en España sobre cómo infectar a gente, pero lo que un médico descubre en Corea por la mañana puede salvar vidas en España por la tarde. El gobierno español afronta dilemas que el gobierno coreano afrontó hace un mes y puede pedir consejo. ¿Por qué repetir los mismos errores que otros gobiernos hicieron en el pasado? Y cuando, en un mes, Argentina vuelva a enfrentarse a un dilema similar, España puede ayudar.
¿Y respecto a la economía?
El liderazgo global es también vital para la producción y distribución de equipos médicos, como ventiladores, tests, mascarillas y guantes. En estos momentos, los países están compitiendo entre sí, de manera que la producción es ineficiente y la distribución es injusta. Necesitamos un acuerdo global para racionalizar la producción y para asegurarnos de que los equipos vayan a los países que más lo necesitan, en lugar de que vayan a los países que pueden pagar más.
El liderazgo también es necesario en el terreno económico. A menos que tengamos un plan de acción global, muchos países pueden colapsar completamente. Países ricos como EE.UU., Alemania o Japón probablemente estarán bien, pero ¿cómo podrán gestionar la crisis países como Ecuador, Egipto o Bangladesh?
“Nuestros mayores enemigos no son los virus, sino la codicia, el odio y la ignorancia”
¿Y cómo se logra la coordinación?
No soy un político y no sé cómo unir a los líderes mundiales y acordar un plan de acción global. Espero que los medios de comunicación y los ciudadanos en países diferentes presionarán a los gobiernos para que piensen globalmente acerca de esto, y para que actúen con un espíritu de solidaridad global. Tenemos que recordarnos cada uno constantemente que mientras la epidemia se expanda en un país, todos los países están en riesgo. Y si algunos países quiebran, los resultantes caos, violencia y olas de inmigración desestabilizarán a todo el mundo.
La información, en la actual situación, es muy importante, pero ¿tenemos poca o demasiada?
La información es nuestro activo más importante. No se puede hacer nada sin información. Incluso las cuarentenas y confinamientos están basados en información de buena calidad. Si usted no comprende cómo se contagia la enfermedad, ¿cómo puede confinar personas contra ella?
Por ejemplo, el aislamiento contra el sida es muy diferente del aislamiento contra el Covid-19. Para aislarse contra el sida, hay que usar preservativo, pero no hay problema al hablar cara a cara con una persona con HIV, darle la mano o abrazarle. El covid-19 es distinto.
Para saber cómo aislarse de una epidemia concreta, primero se necesita información fiable sobre qué la causa. ¿Es un virus o una bacteria? ¿Se transmite a través de los fluidos o la respiración? ¿Pone en peligro a los pequeños o a los de mayor edad? ¿Hay sólo una cepa del virus o hay varias mutaciones?
Entender todo esto es importante no sólo para los gobiernos, sino también para los ciudadanos. Esta es la razón por la que es tan importante dar una buena educación científica en la escuela a todos los ciudadanos. En la crisis actual, si alguien trata de convencerle de una teoría de la conspiración sobre el origen y expansión del covid-19, pídale primero que le explique qué es un virus y cómo éste causa la enfermedad. Si no tiene idea, no confíe en esa teoría. Tener un doctorado no es obligatorio, pero saber un poco de biología básica sí que es necesario.
¿Es optimista o pesimista?
No puedo predecir el futuro, sólo puedo intentar influir en las decisiones que se toman en el presente. En última instancia, creo que nuestros mayores enemigos en esta crisis no son los virus. Nuestros mayores enemigos son nuestros demonios internos: el odio, la codicia y la ignorancia. Si la gente responsabiliza de la epidemia a los extranjeros y a las minorías; si los negocios codiciosos sólo se preocupan por sus beneficios; y si creemos en toda clase de teorías de la conspiración, será mucho más difícil vencer a esta epidemia y viviremos en un mundo envenenado por el odio, la codicia y la ignorancia.
Si en esta crisis mostramos solidaridad con otra gente de todo el mundo será más fácil vencer a la epidemia
Por otro lado, si en este momento de crisis mostramos solidaridad con otra gente de todo el mundo; si ayudamos generosamente a los más necesitados; si fortalecemos nuestra confianza en la ciencia y en medios de comunicación responsables, será mucho más fácil vencer a esta epidemia, y finalmente viviremos en un mundo mucho mejor.
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