La primera y la segunda lectura de hoy, del profeta
Isaías y del apóstol Santiago, coinciden en el mensaje: hay que esperar, debemos
esperar, merece la pena esperar, porque viene nuestro Dios, él mismo viene en
persona, y trae el desquite... Hay que tener paciencia, porque es inminente su
llegada, ya está a la puerta...
No dudamos de que esta forma de plantear la esperanza, de
vivirla y de transmitirla, ha sido útil y muy eficaz para muchas generaciones
anteriores a nosotros, pero tampoco dudamos de que hoy día, ese planteamiento
pudiera no servir ya. IR A LA PÁGINA
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