Redes Cristianas
Jaime Richart jurista y antropólogo
Ahora que les veo en su salsa en la campaña electoral, me doy cuenta de que estoy sobrepasado por la política. Por la política y por los políticos españoles de dos partidos turnándose cuarenta y tres años, a los que se han sumado después otros dos oportunistas de la crisis catalana. Uno contribuyendo a provocarla al arremeter contra la aspiración de referéndum de una inmensa mayoría de catalanes, hartos del miserable talante de los gobernantes españoles, como si fuesen el enemigo a batir. Y el otro aprovechando la misma coyuntura tras venir preparando con astucia desde hace muchos años, la vuelta del franquismo. Ese cuyos antecedentes se reconocen en un general franquista que con frecuencia soltaba esa frase abyecta que dejó testimonio del canalla: “cuando oigo la palabra cultura, cojo mi pistola”.
Pero en cualquier caso todos los políticos de los cuatro partidos mencionados, salvo la excepción de los opacos, hacen de la política una verbalización asquerosa y una actividad repulsiva incompatible con un pensamiento mínimamente intelectual. Ese decir y desdecirse, ese embrutecimiento persistente de la lógica formal, esa ambición indisimulada por hacerse dueños del poder, ese desprecio a los desposeídos, ese saberse juguete de los poderes económicos y eclesiales sin hacer nunca alusión a su vasallaje interesado ni pedir perdón por ello; ese no alegrarse, en fin, de que otro ciudadano quizá con más merecimientos que ellos sea elegido en su lugar, como cuenta Montesquieu de un senador de la antigua a Grecia, hacen del prototipo de político español un petimetre, un lechuguino, un pisaverde, un truhán; y de la política, un quehacer grotesco, absurdo y casi irracional. Quien recuerde la Serie South Park, verá en todos ellos a los adultos estúpidos en contraste con los niños super lúcidos de la Serie, que somos todos los demás…
Pero por si fuera poca nuestra frustración casi medio siglo después de la dictadura ellos, su maniobrar constante y lo sucedido a lo largo de ese tiempo me sugieren que si la Historia de la realidad del mundo es la historia del consenso de unas cuantas minorías, la Historia de la realidad española es la historia de una conspiración permanente de los tres poderes del Estado contra los débiles sociales y contra los territorios indómitos…
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