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viernes, 1 de noviembre de 2019

Domingo Tiempo Ordinario 31 C 3 de noviembre de 2019

KOLDO GUTIÉRREZ SDB

 San  Lucas  nos  hace  ver  que  la  misericordia  es  la  palabra  que  mejor  revela  el  misterio  de  Dios.  La misericordia  es  fuente  de  alegría,  de  serenidad  y  de  paz.  Todos  necesitamos  de  misericordia  para  vivir. La historia de Zaqueo muestra lo que hace la misericordia en el corazón humano. Deseos de ver a Jesús El  Evangelio  cuenta  que  Jesús  iba  camino  de  Jerusalén  y  pasaba  por  una  calle  de  la  próspera  ciudad de  Jericó.  La  noticia  de  que  Jesús  estaba  recorriendo  la  ciudad  se  extendió  rápidamente  por  todos  los rincones.  Muchos  salieron  de  sus  casas.  También  salió  Zaqueo.  Dice  la  Escritura  que  Zaqueo  tenía  un gran  deseo  de  ver  a  Jesús.  ¿De  dónde  le  brotaba  ese  deseo?  ¿Era  curiosidad?  ¿Quería  algo  más  para su  vida?  ¿Estaba  insatisfecho?  La  Escritura  no  lo  dice.  Zaqueo  recuerda  la  situación  de  muchas personas  que  están  buscando,  aunque  quizás  no  sepan  muy  bien  que  busca,  desean  algo  auténtico que aliente la vida. Si miramos alrededor podemos descubrir la cercanía de muchos buscadores. Jesús se fijó en él El  Evangelio  dice  que  Zaqueo  era  un  hombre  de  baja  estatura.  Esta  es  la  razón  por  la  que  no  conseguía ver  a  Jesús  ya  que  había  una  gran  multitud  y  nadie  le  ayudaba.  Hay  que  recordar  que  Zaqueo  era  un publicano  y  los  publicanos  se  aprovechaban  de  los  demás  sin  ningún  escrúpulo.  Por  eso,  Zaqueo  no era de fiar y era conocido como un pecador. Zaqueo  se  las  tuvo  que  ingeniar.  Subió  a  un  árbol.  Y  cuando  Jesús  pasó  por  debajo,  este  levantó  su vista  y  le  miró.  Zaqueo  deseaba  ver  a  Jesús  pero  es  Jesús  quien  fijó  su  mirada  en  él.  Jesús  siempre  se fija  en  nosotros.  El  Señor  siempre  da  el  primer  paso.  No  somos  invisibles  para  Él.  Es  posible  que  para muchos  seamos  invisibles,  quizás  uno  más  entre  tantos,  para  Jesús  somos  únicos,  Él  fija  su  mirada en nosotros. La mirada de Jesús ¿Qué  tiene  la  mirada  de  Jesús?  La  mirada  de  Jesús  está  llena  de  ternura  y  compasión.  Su  mirada transforma  el  corazón.  Aquella  mirada  tocó  lo  profundo  de  Zaqueo,  dio  un  vuelco  en  su  interior, conmovió su corazón, y lo transformó. La mirada de Jesús transforma. Déjate mirar por Jesús. Lo recibió en su casa Jesús  pidió  a  Zaqueo  que  lo  recibiera  en  su  casa.  Jesús  te  pide  que  lo  recibas  en  tu  casa.  Ábrele  la puerta.  Preséntale  tu  vida.  Déjale  que  entre  en  tu  mundo.  Después  de  aquel  encuentro  para  Zaqueo la  vida  adquirió  otro  significado.  Ahora  se  dirige  Jesús  como  Señor.  Es  una  profesión  de  fe.  Zaqueo ya  es  capaz  de  dar,  de  regalar,  de  hacer  justicia,  de  pensar  en  los  demás.  Desde  entonces  la  vida  de Zaqueo fue una vida para los demás, un regalo, una bendición. Jesús cambió su vida. Koldo Gutiérrez, sdb

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