El limosnero del papa Francisco, el cardenal Konrad Krajewski, entró hace unos días a un edificio ocupado de Roma en el que viven 450 personas y reactivó la corriente eléctrica, embargada desde hacía una semana, según informan hoy los medios.
Limosna: Un trabajo silencioso, realizado cada día, en nombre del Papa, a favor de los más necesitados. Es la actividad de la Limosnearía Apostólica.
En 2018, distribuyó 3,5 millones de euros a los pobres para pagar facturas y alquileres.
En las primeras comunidades cristianas eran los diáconos, en particular, los que se ocupaban de los pobres. Más tarde los Papas, como obispos de Roma, confiaron la tarea de la caridad al llamado Limosnero: este nombre aparece por primera vez en una Bula de Inocencio III, en el siglo XIII.
Me parece un gesto muy valiente y claramente cristiano. Los pobres son preferidos por Dios y como dice el papa Francisco, hay que luchar contra el capitalismo que mata a las personas.
Un daño muy grave y una situación muy peligrosa es el que un grupo de personas pobres vivan sin luz para sus casas, frigoríficos, estufas… Y es comprensible la acción del limosnero, que rompe los candados y devuelve luz a esas viviendas. Luego ha pagado el coste que debían los vecinos.
Me interrogo: ¿es una invitación a imitar su valentía cuando encontramos personas sin luz, sin casa, sin comida, sin trabajo? Estamos acostumbrados a hacer caridad y aportarles lo que necesitan. Porque tenemos claro que la meta es que todos y cada uno tengamos unas condiciones dignas y que los medios que hay en la sociedad: trabajo, dinero, vivienda… sean distribuidas entre todos.
Claro que me siento interpelado y veo que tenemos en la iglesia muchos locales, viviendas, posesiones a las que pueden acceder las personas necesitadas. Y que los okupas puedan ocupar nuestros lugares vacíos. Y es preciso que cada uno de nosotros revisemos las propiedades y riquezas que tenemos a ver si nos son realmente necesarias.
Venía el papa Francisco a decir el otro día que no podemos vivir en la abundancia mientras haya personas que pasan hambre e incluso mueren de ella. Entiendo que la iglesia en este momento no debe gastar un céntimo en arreglar edificios artísticos, religiosos, mientras exista el hambre y la miseria. No podemos olvidar que el auténtico templo de Dios somos cada una de las personas. He visto que rápidamente se han ofrecido millones para arreglar Notre Dame, aunque parece que a la hora de la verdad no llegan esos dineros a su destino ¿Es lo más cristiano arreglarla con millones de gasto?
Según veo, el dinero que usa el limosnero del papa en ayuda a los pobres, proviene de La Limosnearía que nació formalmente en tiempos León XIII, el Papa de la primera encíclica social, la Rerum novarum (1891). Pues León XIII confió a la Limosnearía la facultad de conceder la bendición apostólica a través de él. No acabo de entender: El fin es estupendo, pero realmente… ¿hay que cobrar por una bendición papal que se reduce a un papiro que se cuelga en las paredes? Una conversión del corazón ha de surgir de la realidad, no de hechos que suenan a simonía.
Más que limosnero, me parece un Robin Hood que recoge las riquezas de los ricos para dárselas a los pobres, que es lo que los primeros cristianos pusieron en boca de María “a los hambrientos llenó de bienes y a los ricos despidió vacíos”.
El momento es estupendo. Vamos avanzando y esto suena a verdad, a conversión, a una iglesia de la periferia.
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