La vicepresidenta admite que el Ejecutivo no puede impedir que el cadáver del dictador acabe en la Catedral de la Almudena, como quiere la familia, y deja la decisión en manos de la Iglesia
“El Gobierno no puede ir más allá de lo que su familia decida”, ha declarado Calvo, subrayando que lo más importante es que el dictador deje de estar enaltecido en un monumento público
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