En el Primer (Antiguo) Testamento los guías políticos y
religiosos son presentados con frecuencia como pastores y el pueblo como el
rebaño. La figura del jefe como pastor cobró vigencia a partir de David, el
pastor convertido en rey. El rebaño no es propiedad de los pastores sino del
Señor, ante el cual ellos son sus representantes, por eso él mismo les tomará
cuentas. El oficio de los jefes se ha pervertido y esto ha permitido la
dispersión y el extravío del rebaño. El rey Joaquín con su política desatinada
provocó la intervención de Babilonia. La expulsión que se menciona aquí parece
referirse a la primera deportación. La intervención del Señor se justifica por
tratarse de su rebaño, está desarrollada en tres tiempos: repatriación de los
deportados, nombramiento de pastores ejemplares y resonancia escatológica. Se
pasa de los pastores al Pastor-Jefe, al rey davídico en quien los judíos ponen
su confianza. SEGUIR LEYENDO
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