2Re 4, 42-44
La actividad profética de Eliseo tuvo lugar en el Reino
del Norte. Eliseo es un profeta taumaturgo, a través de sus milagros intentó
conducir al pueblo a Dios. En la liturgia de hoy se nos presenta la
multiplicación de los panes. Aunque parece que no van a alcanzar para tanta
gente, al repartirlos alcanza y sobra. La fuerza de este pan es más de orden
espiritual: basta un poco de pan compartido con gusto y con alegría, para sentir
su fuerza y su energía.
Ef 4, 1-6
Este texto es una exhortación a la unidad. Pablo desde la
prisión suplica a los Efesios que vivan de acuerdo con la vocación a la que han
sido llamados y se esfuercen por mantener la unidad, ya que han recibido un
mismo bautismo. El reconocimiento de la paternidad de Dios nos lleva a reconocer
en los demás a nuestros hermanos.
Una intachable conducta de vida corresponde a la vocación
que han recibido los que antes eran gentiles. La vida digna del llamamiento a la
esperanza se muestra en el hecho de que los miembros de la Iglesia guarden la
unidad obrada por el Espíritu en el único cuerpo.
Se habla de la relación con la Iglesia y en la Iglesia
como comunión que los abraza. La desintegración de la unidad es señal de
desesperanza de los miembros de la Iglesia. Presupuestos internos para la unidad
son: tener en más estima a los otros que a sí mismo, saber apreciar los dones
que Dios ha dado a los demás, pensar y sentir unánimemente... Todo esto
presupone apartarse de todas las formas de ambición. La humildad y la modestia
desempeñan un gran papel donde hay amenaza contra la unidad. La mansedumbre, la
apacibilidad, la dulzura son comportamientos con el prójimo que alejan toda
clase de riñas, evitan la acritud y el sentimiento de superioridad. La paciencia
es un rasgo esencial del amor, hace posible y salvaguarda la unidad de la paz.
El llamamiento que se hace a los que antes eran gentiles
es un llamamiento hacia los otros, a respetar el espacio interno y externo, a
permitirles que sean ellos mismos y a poderles apreciar en el amor. El Espíritu
es el poder que crea y conserva la unidad y esta unidad es la que hay que
guardar.
Jn 6, 1-15
Mucha gente acudía a escuchar a Jesús. A veces venían de
lejos, y era lógico que vinieran preparados para pasar unos días. Venían
atraídos por la fama de los milagros y señales que realizaba. Jesús aprovecha el
momento para dar una lección a sus oyentes. Comienza preguntándole a Felipe que
con qué comprarían panes para dar de comer a la multitud. Felipe le dice que no
bastarían doscientos denarios. Andrés le dice que hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y dos peces, pero que eso no es nada para tanta gente. Es
la misma pregunta que el criado le hace a Eliseo.
Jesús enseña que la dinámica del Reino es el arte de
compartir. Quizá todo el dinero del mundo no fuese suficiente para comprar el
alimento necesario para los que pasan hambre... El problema no se soluciona
comprando, el problema se soluciona compartiendo.
La dinámica del mundo capitalista es precisamente el
dinero. Creemos que sin dinero nada se puede hacer y tratamos de convertirlo
todo en dinero, no sólo los recursos naturales sino también los recursos humanos
y los valores: el amor, la amistad, el servicio, la justicia, la fraternidad, la
fe, etc. En el mundo capitalista nada se nos da gratuitamente, todo tiene su
precio, todo se tasa y se comercializa. Se nos ha olvidado que la vida acontece
por pura gratuidad, por puro don de Dios.
Jesús en esta multiplicación de los panes y de los peces
parte de lo que la gente tiene en el momento. El milagro no es tanto la
multiplicación del alimento, sino lo que ocurre en el interior de sus oyentes:
se sintieron interpelados por la palabra de Jesús y, dejando a un lado el
egoísmo, cada cual colocó lo poco que aún le quedaba, y se maravillaron después
de que vieron que al alimento se multiplicó y sobró. Comprendieron entonces que
si el pueblo pasaba hambre y necesidad, no era tanto por la situación de
pobreza, sino por el egoísmo de los hombres y mujeres que conformados con lo que
tenían, no les importaba que los demás pasaran necesidad. El gesto de compartir
marca profundamente la vida de la primeras comunidades que siguieron a Jesús.
Compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un
gesto de pascua y de resurrección. Al partir el pan se descubre la presencia
nueva del resucitado.
Si somos hijos de un mismo Padre como reconoce Pablo en
la lectura que hemos hecho, no se entiende por qué tantos hombres y mujeres
viven en extrema pobreza mientras unos cuantos viven en abundancia y no saben
qué hacer con lo que tienen. En el mundo actual es mucho el dinero que se
invierte en guerra, en viajes extraterrestres, en tratamientos para adelgazar.
Los que tienen el capital crean condiciones cada vez más injustas y pretenden
hacer más dinero, explotando los recursos que quedan, aunque destruyan todo y
acaben con las condiciones de vida sobre la tierra. Ningún ser humano debiera
morir de hambre, pues la tierra tiene suficiente para albergarnos a todos. Los
cristianos no debemos olvidar el compartir: ésta es la clave para hacer realidad
la fraternidad, para reconocernos hijos de un mismo Padre. Cuando se comparte
con gusto y con alegría el alimento se multiplica y sobra. La multitud, al ver
lo que Jesús ha hecho, intenta llevárselo para proclamarlo rey, pero Jesús huye
solo a la montaña.
También al evangelio de hoy se refiere el capítulo 57 de
la serie «Un tal Jesús», titulado «Cinco panes y dos peces», de los hnos. López
Vigil. El audio, el guión y su comentario pueden ser tomados de aquí:
https://radialistas.net/57-cinco-panes-y-dos-peces/
Para la revisión de vida
-Dios está por encima de todas nuestras divisiones; nosotros estamos
guiados, movidos y animados por un mismo y único Espíritu. ¿Veo las
diferencias que pueda haber entre nosotros como las riquezas que el Espíritu
nos da para que construyamos juntos la unidad, o prefiero la uniformidad que
mata la pluralidad de carismas?
-Moisés, en el desierto, fue incapaz de
alimentar al pueblo y tuvo que recurrir a Yahvé. Jesús, él solo es capaz de
alimentar a la multitud, a cuantos tienen hambre, de modo que “todo el que
crea en él no se pierda, sino que tenga una vida imperecedera”. ¿Con qué
“pan” alimento yo mi vida: el del afán de dinero, o de fama, o de comodidad…
o con el pan del servicio?
Para la reunión de grupo
- Eliseo, siervo del Señor, aprovecha el pan que le es ofrecido para que haga un
sacrificio al Señor y lo emplea para dar de comer, en época de carestía, a
la gente que busca al Señor pero que no tiene con qué alimentarse. Y es que
el profeta de Dios tiene que llevar la palabra a las gentes, pero lo primero
de todo es que las gentes tengan qué comer para estar vivas. ¿Qué es más
importante que demos a los demás: el pan de la palabra o la palabra del pan?
Profundizar en es dialéctica entre el hambre material y el hambre
espiritual... ¿Se puede establecer divisiones y contraposiciones? ¿Qué
pensar, en ese sentido, del "materialismo" de Mt 25, 31ss?
Para la oración de los fieles
- Por toda la Iglesia, para que seamos capaces de alimentar a cuantos tienen
hambre y sed de justicia. Oremos.
- Por todos los gobernantes del mundo, para
que en sus gestiones sea cuestión primordial la atención a los indigentes.
Oremos.
- Por todos los niños que siguen muriendo de hambre, para que su
sacrificio sea estímulo que nos una a todos en la lucha contra el hambre.
Oremos.
- Por todos los cristianos, para que nunca olvidemos nuestra
vocación de animadores y propagadores de la vida, el amor, la justicia y la
esperanza. Oremos.
- Por nuestra comunidad, para que se mantenga siempre
fiel al ejemplo de Jesús a la hora de comprometerse en la lucha por resolver
las necesidades de las personas. Oremos.
Oración comunitaria
- Dios, Padre nuestro, protector de todos los que
en ti confían; danos el pan de cada día, que alimenta nuestro cuerpo para seguir
esforzándonos en la construcción de tu Reino; y danos el pan de tu palabra, que
nos da luz y sentido para nuestras vidas. Te lo pedimos por Jesucristo N.S.
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